• CAPÍTULO 41 •

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La trata de personas terminó hace años cuando mi madre se lo pidió a mi padre. La mayoría de aquellos eran mujeres y ella odiaba la idea de saber que mi padre incitaba a la prostitución, secuestro y violaciones.

Hace tiempo que había querido volver a estos negocios y ahora que tengo la oportunidad de dirigirlo, no me echaré para atrás.

—Hecho.

—Bien. Desde ahora la mafia Pasquarelli vuelve a la trata de personas.

[...]

El cómo se lo diría a mi padre era un problema, pero mi mayor solución era no contárselo y el que se lo atreviera a decir tendría que pasar sobre mi pistola.

Me paseo por el corredor y me llama mucho la atención alguien en el patio. Parece ser que es mi hermano que está sentado pintando en un cuadro.

Me acerco para ver lo que hace y se da cuenta de mi presencia porque ve mi sombra.

—¿Qué haces?

—Pintando.

—Eso ya vi, pero me refiero el por qué lo haces.

—No tengo nada que hacer y con la única que hablaba era con mi madre.

—No seas exagerado.

—¿Por qué mejor no te vas, Ruggero? No quiero estar contigo.

—Deberías de hacer algo productivo.

—¿Como matar inocentes o drogarme?

—Puedes pintar —Deja de hacerlo y me mira confundido—Para mi.

—¿Quieres que te pinte?

—Si. Quiero una imagen muy grande, que cubra gran parte de mi pared o aunque sea la mitad.

—¿Y qué es lo que quieres que haga?

Me meto la mano en el bolsillo y rebusco mi cartera, sacando una pequeña foto. Se la entrego y se queda callado al ver que es una de Karol. Para ser específico, la foto donde me penetra con aquellos ojos verdes que me vuelven loco.

—¿No crees que estás algo obsesionado con ella?

—Te pagaré por tu trabajo.

—Está casi desnuda, Ruggero. ¿Seguro que quieres que la dibuje?

—Que esté vestida así sólo me recuerda que yo fui quien le quitó la ropa. Ahora dime, ¿puedes hacerlo?

—Lo haré, pero no por ti, sino porque estoy aburrido y ya me cansé de pintar los caballos.

—Bueno, tómate tu tiempo.

No le doy oportunidad de que me diga algo más porque me voy.
Pero cada que doy un paso hacia la casa, siento que he dejado una parte de mi muy importante en manos de alguien débil como mi hermano.
Esa es mi foto favorita, la observo siempre que tengo tiempo libre y me aterra hacerlo, no sé por qué, sólo sucede.

[...]

En mi lista de pendientes tenía marcado que tenía que ir a comer con mi madre.
Observo mi reloj, he llegado puntual a este restaurante y a lo lejos veo a la señora que me parió tan hermosa y tal elegante. Pero sin dejar de lado su bello carisma que se le nota desde una cuadra antes.

Tú, Yo y El Mal حيث تعيش القصص. اكتشف الآن