07: Boda.

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MIKASA

— ¿Mika? — oí. Mis ojos se abrían lentamente, se sentían pesados.

— Hola. — murmure pestañeando muchas veces hasta aclarar mi vista. Enfrente mío se encontraba Armin sonriente. — ¿Ya estoy bien? — Él asintió.

— Los demás fueron a buscar algo para cenar, ahora llamo al doctor. — exclamó para luego desaparecer de mi vista.

Sentía que era un poco difícil respirar, como si tuviese una gran molestia. Mi espalda daba leves punzadas; pero aun así existentes. Tome una bocanada de aire, lo cual fue una mala idea l sentir como si mis órganos estrujaban entre sí. Lance un quejido fuerte mientras que intentaba ponerme en una posición cómoda.

— Hola, Mikasa. Un placer tenerte de vuelta. — habló el Dr. Luther apareciendo enfrente mío. — Muévete con cuidado. — pidió para luego comenzar a explicarme como serían mis ideas de reposo y demás.

Horrible. Horroroso. Fastidioso. Y demás sinónimos que en estos momentos no podía pensar. No quería estar tanto tiempo postrada en una cama sin moverme, sin realizar nada. Vivo sola, es necesario para mi levantarme todos los días de mi cama; no tengo a quien me cuide y tampoco deseo contratar a alguien debido a que no le tengo confianza a nadie excepto mi círculo cercano. Además, debido a mi "sangre" siempre recibo comentarios de la gente, siempre me miran con otros ojos al verme pasar. ¿Acaso está mal ser diferente? Nadie querrá cuidar de mí, todos me evitan. No pude prevenir que mis ojos se llenen de lagrimas mientras que escuchaba al médico, el cual lucia extrañado ante mi reacción pero no me comento nada al respecto.

— Vivo sola, no me puedo permitir el reposo. — le dije a Armin cuando Luther se fue.

— Si puedes y lo harás, Mikasa. No crees una disputa, todo va a estar bien; nosotros te cuidaremos. — habló sentándose en mi camilla tomando mis manos levemente.

— Pero ustedes tienen sus obligaciones, sus quehaceres. No tienen tiempo para cuidarme. — respondí. Este me sonrió con sus ojos brillantes, se que trama algo.

— Jean, Reiner y yo teníamos que reunirnos con Azumbito y la reina. — explicó — Pero no será posible llevar a Jean con ese aspecto que tiene. Un ojo morado, nudillos y labios lastimados no es una buena imagen en una reunión tan importante con la realeza. Connie tomará su lugar, y Pieck y Annie tienen que estar en el cuartel del muro Maria. — hizo una breve pausa — Jean te cuidará por unos días o semanas.

— Pero Jean es el capitán.. — susurré.

— Y yo, como comandante, le ordenó que se quede aquí. Seguro cumplirá mis órdenes gustoso.

— Lo haré. — comentó acercándose desde la puerta; parece que había oído todo y yo ni enterada. — ¿Tienes hambre? — murmuró entregándome un plato de una ensalada de pollo y verduras. — Es lo único que quedó, lo siento.

— No te preocupes, me gusta. — exclame clavando el tenedor para luego llevármelo a la boca. — ¿Cuánto tiempo va a quedarse Jean? — le cuestiono al Rubio.

— El tiempo que sea necesario para que sane su cara. — dijo mirándolo. — ¿Es una molestia para ti que duerma en tu casa?

— No, para nada. Será mi mulo. — comenté. Jean, tímido, río. Casi ni omitió palabra acerca del tema; parecía más que nada un acuerdo entre Armin y yo; claramente a ninguno de los dos nos importo lo que opina el capitán. Este se retiro, dejándome a solas con el encargo de mi las próximas semanas. — ¿Volviste a ponerte hielo?

Después de todo [Jean x Mikasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora