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"¿Nos vamos?" Me sobresalté al notar la mano de Laura sobre mi hombro.

"¡Oye! Quieres dejar de darme estos sustos." Dije dejando el guion sobre la mesa.

"Vamos, te llevo, y así no tienes que esperar el autobús."

"Sabes, creo que hoy me iré andando. Me vendrá bien tomar el aire después de un día como hoy." Comenté mientras me levantaba.

Acompañé a mi amiga hasta su coche y nos despedimos.

"Nos vemos mañana." Dije mientras ella se subía al coche

"Hasta mañana, cuídate." Respondió mientras arrancaba el coche. "Y a ver cuándo te sacas el carnet de conducir, que va siendo hora." Puse los ojos en blanco ante su comentario y me despedí con la mano mientras sonreía.

Como siempre al entrar al apartamento Tuck me recibió cariñosamente.

"Hola cariño, ¿me has echado de menos?" Tucker se subió al sofá y se tumbó patas arriba para que le diera mimos. "¿Qué te parece si vamos a dar un paseo por Regent's y luego le hacemos una visita a Matteo?" Tuck se levantó corriendo y fue a por su correa haciéndome reír.

Tras un buen paseo por Regent's Park nos dirigimos a la pizzería de Matteo.

Matteo era muy buen amigo de mi padre y cuando me mudé a Londres él fue el que me ayudó a encontrar un sitio para vivir. Y al menos una vez a la semana veníamos a su pizzería a comer.

"Tesoro, che gioia vedervi qui!" Matteo se acercó a darme un abrazó en cuanto me vio entrar.

"Matteo, yo también me alegro mucho de verte." Respondí con alegría.

"Y por lo que veo, vienes muy bien acompañada." Tucker ladró alegremente en respuesta a su comentario.

"Sí." Respondí riendo. "Tuck y yo pensamos que sería buena idea hacerte una visita." Expliqué mientras nos dirigíamos a nuestra mesa de siempre.

"Enseguida te traigo lo tuyo. Y para tí, amigo." Dijo mirando a Buddy "Tengo algo que seguro te gustará.

Por mucho que intentara evitarlo me era imposible no pensar en Tom. Tras volver a casa, en un momento dado me dí por vencida y decidí cambiarme, cenar algo e irme a dormir.

El resto de la semana pasó volando, y en la academia de lo único que se hablaba era de la reciente visita de Tom, así me iba a ser difícil concentrarme en los ensayos, cada cinco minutos había alguien que hablaba sobre él.

Por fin llegó el viernes y me alegré enormemente, ya que durante el fin de semana tendría el salón de actos para mi solita. Me encantaba el silencio que había cuando estaba yo sola, subir al escenario e imaginar la gente sentada en las butacas admirando la representación, sentir el calor de los focos y viajar a mi propio mundo hasta que la obra acabase.

Sobre el escenario me sentía segura, me sentía yo misma.

"¿Y qué harás este fin de semana?" Preguntó Laura mientras se acababa su sándwich.

"Pues después de la semanita que llevo, esta tarde descansaré, mañana estaré en la academia y pasado ensayo general."

"No tienes remedio, eres una adicta al trabajo." Puse los ojos en blanco y recogí los platos para dejarlos en el fregadero.

"Te recuerdo que la representación es el lunes, y con toda la academia hablando sobre la visita de Tom no he podido ensayar decentemente. Y aunque ya me sé mis frases, ya sabes que me gusta encerrarme en el salón de actos y perderme en mi mundo durante un tiempo."

"Bueno, pero el próximo finde no te salvas. Te tienes que venir conmigo de fiesta." Resoplé haciéndola reír.

"Me lo pensaré, ya sabes que no es lo mío."

"Bueno, tú descansa y mucha mierda el lunes. Yo como me voy a ver a mis padres a Francia no vuelvo hasta el martes." Recogió su abrigo y yo la acompañé hasta la puerta, Tucker nos siguió. "Y tú cuida bien de Amanda mientras yo esté fuera, ¿vale pequeñín?" El golden ladró en respuesta a su pregunta. "Así me gusta."

"Cuídate ¿vale?" Ella asintió y me abrazó antes de irse.

Cogí mi iPod y lo conecté a los altavoces, puse algo de música y decidí recoger un poco.

Ya eran las once y media cuando acabé de ordenar y me dormí en cuanto mi cabeza tocó la almohada.

A la mañana siguiente me desperté temprano, me duché, desayuné, me cambié, di una vuelta rápida a la manzana con Buddy y después me dirigí a la parada de metro. Al salir del edificio el frío viento golpeó mi cara, tras varios días de buen tiempo, de alguna manera se me había olvidado como cambiaba el clima en Londres.

Llegué a la academia y saludé al conserje, quién me entregó la llave del salón de actos amablemente. Entré y caminé a oscuras hasta los interruptores de los focos principales.

La mañana pasó deprisa y decidí repetir mis frases una vez más antes de irme a comer.

"En mis labios queda la marca de vuestro pecado." Dije por último mientras estaba tumbada junto al borde del escenario con los ojos cerrados.

Raro, lo sé. Por lo general mis métodos no solían ser muy convencionales.

"¿Del pecado de mis labios? Ellos se arrepentirán con otro beso." Miré hacia la puerta y vi a Tom acercándose hacia donde yo me encontraba. Llevaba la misma chaqueta azul que llevó el día de la charla, aquella chaqueta que hacía juego con sus ojos. "¿Y esa forma de ensayar? Nunca se me habría ocurrido." Rió al acabar la frase.

Cerré los ojos de nuevo y volví a mi posición inicial.

"¿No me vas a hablar?" Abrí los ojos de golpe al notar su voz susurrando en mi oído.

Giré la cabeza para mirarle y me di cuenta de que mi cara se encontraba a centímetros de la suya. Él estaba con los brazos sobre el escenario y la barbilla apoyada sobre estos.

Sus azules ojos clavados en los míos, y aquella preciosa sonrisa frente a mí.

"Vale." Dije alargando la palabra más de lo necesario mientras me sentaba en el borde del escenario intentando aclarar mis pensamientos. "Yo... esto... iba a comer ahora en un rato. ¿Tú has comido ya?"

"No, y sería todo un placer invitarte a comer. " Propuso con decisión.

"No hace falta que te molestes, es más, tan solo iba a comer un sandwich en una cafetería aquí cerca." Expliqué con una sonrisa mientras guardaba el guion en el bolso y cogía la botella de agua que había dejado momentos antes sobre el escenario.

"Insisto." Intentó convencerme sonriendo.

"Tom, enserio, no hace falta. No tienes por qué invitarme a comer. Pero no puedo impedirte que me acompañes."

"Hecho." Respondió él en el momento en el que apagué los focos. "¿Amanda?"

"¿Tienes miedo?" Pregunté divertida mientras bajaba del escenario.

"Ten cuidado, no vayas a hacerte daño." Puse los ojos en blanco recordando el suceso de las escaleras. 

Mientas subíamos al despacho de Edward, me tropecé y casi me dejo los dientes en las escaleras. De no ser porque él me cogió, me habría pegado una buena hostia.

"Vamos." Dije agarrándole por el brazo y tirando de él hacia la salida. "¿Has visto?, sigo viva." Dije con tono de burla una vez salimos.

"Y no, no temo la oscuridad." Susurró en mi oído mientras le devolvía la llave al conserje. Un escalofrío recorrió mi espalda y podría jurar que le vi riendo cuando pasó por mi lado.


[EN PROCESO DE EDICIÓN] Where's Your Romeo, Juliet? {Tom Hiddleston} #1Where stories live. Discover now