—¡No pienso permitir que ese bastardo se salga con la suya! —gritó Noah, ignorando por completo a Lynn. Me escudé tras ella.

—Tú no sabes lo que ocurrió, Noah —dije en un tono de voz más bajo. Estaba tan aterrada que sentí incluso ganas de llorar—. Tienes que escucharme.

—Me importa una mierda lo que tengas para decir. —También bajó la voz y el dolor tras sus palabras fue mucho más palpable—. No puedo creer que de todas las personas seas tú quien esté encubriendo a ese maldito asesino. No puedo creerlo, Elizabeth, no puedo. Ella... ella te amaba tanto.

Un nudo se formó en mi garganta, pero negué con la cabeza. Lynn me observó con asombro al comprender de qué se trataba todo.

—Él no lo hizo a propósito —dije, conteniendo el llanto—. Me buscó hace unos días... No podía decírtelo porque sabía que actuarías así... No puedes dañarlo, Noah, no puedes dañarlo. Lo que pasó fue un accidente y él ya está pagando lo suficiente. Está a punto de morir enfermo, Noah. Se va a morir.

—Mi hermana está muerta por su culpa, ¿te parece que me importe lo que le pase a ese cabrón? ¡Ningún castigo es suficiente!

—¡No lo hago por él! Lo estoy haciendo por su familia. Él no resistirá hasta que el caso se aclare, va a morirse antes, ¡no vale la pena hacerlo!

Le estaba gritando a Noah las cosas de las que yo intentaba convencerme. Quería persuadirme a mí misma de que no estaba cometiendo un error.

—Esto no se quedará así —aseguró él y avanzó un poco. Me oculté mucho más tras Lynn—. Voy a ir a la policía, estás encubriendo a un criminal.

—Él no es un criminal, Noah, es un niño que cometió un error, ¡todos éramos unos niños cuando eso pasó!

—¡Ese error de mierda me quitó a mi única hermana y destruyó tu vida, maldita sea! ¡Pensé que tú me entendías mejor que nadie!

—¡Lo hago! —exclamé y una lágrima de impotencia rodó por mi mejilla—. Pero ¿cuánto hubiéramos dado todos por unos días más al lado de Beth? ¿Por unas horas, al menos? Yo no puedo quitarle esos minutos a su familia. No puedo hacerlo. No pierdas tu tiempo yendo a la policía, Noah. No tendrás forma de probar nada y yo no diré una palabra hasta que él muera. Beth lo hubiera querido de ese modo.

—¿Beth? —replicó con una mezcla de odio y sarcasmo—. No te atrevas a pronunciar su nombre, es evidente que a ti no te importaba una mierda. Por lo único que me alegra que no esté aquí es porque no puede ver lo que estás haciendo. Pensé que eras diferente, Elizabeth, sí que lo pensé.

Sus palabras quedaron flotando en el aire mientras pasaba con rapidez por nuestro lado y desaparecía por la puerta principal de la cafetería.

Sentí las piernas flaquear y necesité sentarme en el suelo echa un ovillo. Lynn se agachó a mi lado.

—Bessie... —susurró, consternada—. Ni siquiera sé qué decir.

—No digas nada, entonces —dije y se me escapó un sollozo—. Solo hago lo que siento que está bien, Lynn. Yo la amaba tanto como él, aunque Noah nunca sea capaz de comprenderlo... Juro que yo la amaba... Pero no puedo entregarlo aún, no puedo.

Comencé a llorar con desesperación y ella me abrazó e intentó consolarme. Luego de unos minutos salió y cerró la cafetería. Probablemente los tres estaríamos en serios problemas cuando nuestro jefe se enterara, pero eso era lo menos que me importaba en ese momento. Había decepcionado y lastimado a alguien más a mi paso, y lo peor era que quizás él tenía razón y solo estaba cometiendo la peor equivocación de toda mi vida.

La chica de las mil estrellas (Serendipia) © [✓]Where stories live. Discover now