Invisible Invencible

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El invisible vence, por fin, la esencia de lo sensible.

No por obra de Dios o designios astrológicos,

tampoco por profecías de esquina

donde adivinaban las cartas, confinados,

dos hechiceros enamorados.


Vence y circula por ahí, por donde sea,

más allá de las restricciones de Wi-Fi,

o células digitales que cargan en sí, juegos de niños adultos,

cayendo de alturas improbables por las ondas de radio.


Extrapoló lágrimas secas por detrás de párpados cerrados,

y su casi total falta de peso modificó la masa del espíritu que

había sido fuerza de amor, densos pensamientos de deseo,

velocidad vertiginosa de un contentamiento cuya

reverberación sonora partía las estrellas al medio.


Al tacto falta el tacto, al acto,

el cuerpo clama, una epidermis sudorosa.


Lo invisible saturó las líneas que enredaban las distancias,

suturó heridas emocionales, disculpó amigos,

Asustó a la vida que corría rápido sin moverse

y al llegar al destino de todos los días percibimos:

somos almas aisladas que solo se conectaban

por las corrientes sanguíneas de un abazo.


El invisible se hizo invencible, y lo sensible deseable:

Pero, el cielo reluce un azul limpio como nunca antes visto.

La prepotencia humana se curva ante el sentido curvo de la tierra.

Las sombras son oscuras sin las luces de un abrazo.

Y la lucidez una película fina que separa el pasado añorado

de un futuro enfermizo.


El invisible invencible,

y nosotros más creíbles

de que somos

indispensables y vulnerables

a nosotros mismos.

ParadojaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum