El camino continuó en esa tesitura, entre canciones de orquesta, bailes ridículos, miradas de complicidad y algún que otro gesto de amor entre las jefas de las tunas de filología y matemáticas. Bajaron las ventanillas para que el pelo se les agitara como si tuvieran un ventilador delante y, cuando aparcaron frente a la casita que María tenía en la sierra, se quedaron a terminar la canción dentro del coche mientras las demás salieron corriendo hacia el vehículo para acompañarlas.
- ¡Vas a volverme loca, por qué, vas a volverme loca, ¿no lo ves?! ¡Vas a volverme loca, y al final te tendré o sé que la razón voy a perdeeeeeeeeeeeeeeer!
- Buah -Ici soltó todo el aire que tenía dentro en un enorme suspiro tras la actuación y asintió con respeto-. Este coche era el bueno para venir, me cago en la puta.
- Perdona que te diga -se quejó la Mari-, no sé qué tiene de malo haber venido escuchando la Fiesta pagana.
- No soporto el Lamento boliviano, María, lo siento.
- África, tu novia no tiene ningún gusto, tenlo en cuenta para vuestro futuro.
- Si no escuché esa canción mil veces aquel verano, no la escuché ninguna. Ven aquí, morena -Ici tiró de la mano de su científica y pasó las manos por su cintura cuando la tuvo frente a ella-. No le hagas caso, este coche era el bueno porque venías tú en él.
- Awwwwwww -suspiraron todas. Alba las observó con el ceño fruncido y se fue correteando al lado de Natalia.
- Tiene razón, nuestro coche era el mejor porque estábamos nosotras -le susurró al oído, de puntillas.
- Somos las mejores, Albi, pero no se lo digas a las demás que se ponen celosas.
- Vale -asintió, muy seria, subiéndose las gafas, aceptando la petición.
- Bueno, chochonas, vamos descargando los coches que tengo ganas de destruir de mis neuronas los apuntes que me he tenido que empollar estas dos semanas con un millón de cervezas.
- Venga, Mari, dejemos que las parejitas tengan su momento -Sabela se fue hacia ella y abrieron el maletero de su coche.
- Ni de coña se van a escaquear, ¡vamos, moviendo el culo, encoñadas!
- Ya vamos, ya vamos -le dijo Afri en tono de "sí, sí, ya te vimos" mientras besaba a Ici.
- Me vacilan las frikis, Sabela, ¿cómo he podido permitir que esto sucediera?
- La pirámide social se ha equilibrado y me congratula, ¿a ti no?
- Pues sí, pero sin pasarse -se incluyó Julia, cogiendo unas bolsas y perdiéndose dentro de la casa.
- Vamos, rubia, que no quiero que nos echen en cara que no hemos ayudado o nos tocará ser sus esclavas todo el día.
- Como tú fuiste mi esclava de mojitos, ¿a que sí? -le preguntó con una sonrisa tímida, recordando aquellos días en los que Natalia se esforzaba tanto por hacerla sentir cómoda.
- Exacto. Pff, Albi, cómo me gustabas ya por aquel entonces.
- ¿Te... te cuento un secreto? -cogió bolsas ella también y esperó a que Natalia se pusiera a su lado.
- Por supuesto, nena.
- Tiraba mojitos en las plantas para que me tuvieras que hacer más y poder pasar un ratito contigo mientras me los preparabas.
- ¿En serio? -abrió mucho los ojos y le dio un golpecito hombro con hombro como regaño.
- Sí. Es que... es que yo creo que a lo mejor un poco me gustabas, ¿sabes? Me encantaba estar cerca de ti a solas, porque con tus amigas eras un poco estúpida a veces. Me... me gustaba mucho cómo me tratabas y tu manera de hablarme.
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Tunantas
FanfictionDos mundos diametralmente opuestos. Dos maneras de entender la vida. Dos líderes naturales de bandas rivales. Dos tunas estudiantiles, enfrentadas desde el inicio mismo de los tiempos, obligadas a entenderse. ¿Habrá algún cliché que no cumpla es...
Capítulo 67. Villachocho Tunante.
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