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-¡Es genial dattebane! -se emocionó Nozomi, corriendo a lanzarse en su cama. Esta lanzó una nube de polvo, causando que la menor estornudara tiernamente como una cría de zorro. Unos segundos después, fue abrazada fuertemente por su padre, por tercera vez en el día.
-¡Totemo kawaii da!
-¡Otō-san, me quedo sin aire!
Cuando el mayor se calmó un poco, fueron a la habitación que Kushina y él solían compartir.
-Este es mi cuarto.
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Nozomi sonrió ampliamente mientras lo recorrían.
-Mamá y tú tenían buenos gustos dattebane.
-Kushina hizo la mayor parte del trabajo -admitió Minato, con algo de vergüenza.
-No importa, ¡Es genial!
-¿Te parece ir a entrenar un poco? Me gustaría ver algunas de tus habilidades en combate -pidió el mayor, pues había oído de Kakashi sobre la época de Academia de su hija y su graduación con el promedio más alto. Claro que más tarde, se encargaría de ir a la cárcel de Konoha y hablar personalmente con Mizuki. En resumen, el peliblanco iba a quedar bastante traumado.
-¡Claro!
-Vamos a los campos de entrenamiento entonces.
Salieron de la mansión (no sin antes dejar algunos clones para que limpiaran todo y mudaran las cosas de la menor desde su antiguo departamento) y caminaron a los campos de entrenamiento, específicamente el número 7. Sin embargo, no se esperaban encontrarse ahí al Hatake, que en cuanto vio llegar a la pelirroja guardó su "Icha Icha Paradise". No iba a arriesgarse a que lo quemara, ya lo había amenazado con eso una vez.
