Capitulo III

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—Mierda, ¿no puedes fijarte por donde vas?— una persona la había chocado, tirándola al suelo. Por el aroma a colonia supo que había sido un hombre.

—Lo sient... ¿Ginny?— cuando se levantó se topo con unos ojos esmeralda que la miraban con curiosidad.

—Señor Potter...

—Lo siento— se disculpó rápidamente— no te he visto, venias algo apurada.

—Sí, es que me estoy congelando ¿usted viene a comer?— se sintió rara al tratarlo de usted, considerando que no le calculaba uno o dos años mayor que ella, pero era su jefe después de todo.

—Sí, ¿la invito?— ella asintió y le sonrió.

—Lamento haber maldecido, no es que sea una malhumorada— él asintió, mientras hacían la fila para comprar la comida.

—No me sorprende que tuvieras frío.— dedicó una corta mirada a los hombros desnudos y pecosos de la modelo.

—Salí hoy por la mañana— explicó brevemente, cuando llegaron a la chica que atendía. Una joven, quizás estudiante con trabajo de medio día, cuyo acné no la favorecía demasiado.

—Oh, te conozco— sonrió emocionada— ¡Eres modelo! ¡Te he visto en las revistas! ¡Sales con ese jugador famoso!— Ginebra rodó los ojos con molestia.

—¿Qué vas a comer?— preguntó Harry.

—Una hamburguesa completa, con bastante queso y una orden de papas... ponle aderezo, por favor— el ojiverde la miro sorprendido, pero ordenó unos bocaditos de pollo y otra orden de papas.

—Pensé que las modelos...

—¿Viviamos del aire?— cortó con cierta molestia. Estupidos prejuicios.

—No, no te ves como alguien enferma. Solo creí que te obligaban a comer ensaladas y... ensaladas— murmuró sin saber que otra cosa decir, en su mundo las modelos comían lechuga.

—En realidad, se espera que este delgada, pero entreno mucho. La comida es para comer no para contar— sabía que se refería a carbohidratos, Zoe había tenido una semana o dos en las que contaba carbohidratos...antes de zamparse una barra completa de chocolate, por supuesto.

Se sentaron en una mesa alejada y comieron en silencio.

—¿Trabaja hasta tarde?— pregunto para cortar con el silencio.

—No demasiado, pero Cho suele esperar a que llegue. A veces no hago tiempo de llegar a casa a horario.

—¿Cho es su mujer?— preguntó, sorprendiéndose a sí misma de lo decepcionada que se sintió. Harry se ahogó con su refresco y tosió.

—¿Mujer? No, es la niñera. Ella cuida de Teddy— Bien, tenía un hijo. Lo miró admirada, Oliver le había hablado un poco de Harry Potter, joven multimillonario, huérfano, que muy tempranamente se había hecho cargo de las empresas familiares. Pero nadie le había dicho que también criaba a un hijo.

—¿Es pequeño?— pregunto curiosa.

— Tres años— contestó distraídamente. Quizás lo había tenido a los veinte años, lo miró un segundo fijamente.

—Yo tengo una sobrina que cumplirá tres pronto— comentó, para atraer un poco de su atención— se llama Victoire.

—He oído que tienes unos cuantos hermanos— rodó los ojos.

—Seis hermanos hombres. Soy la más pequeña. Conseguir novio sigue siendo un infierno— casi se felicita a sí misma cuando lo vio sonreír.

—Creí que tenías pareja, la chica que nos atendió dijo...

—Sí, Michael Corner, es jugador de Fútbol... pero no es mi novio, de hecho nos encontramos en ese bar porque él está detrás de una de mis compañeras — suspiró— he perdido la cuenta de cuantos supuestos novios he tenido sin enterarme. No debería creer todo lo que lee por ahí.

—No leo revistas, Hermione me consiguió un poco de información sobre ti para que no pareciera que vivo bajo una roca— ella rió.

—¿información sobre mi?— preguntó comiendo la última de sus papas.

—Básicamente tu curriculum y algunas de las portadas que has hecho.—ella asintió.

—Estoy siendo algo más selectiva, cuando comencé aceptaba casi todos los trabajos que no incluyeran... revistas para hombres— Harry se sonrojó levemente. ¿Desde cuándo los hombres se sonrojaban?— ahora elijo lo más interesante, la propuesta que me hizo su empresa es muy buena.

—Hermione se encarga de la publicidad y Zoe, cuando llega a tiempo, de las celebridades.

—¿Zoe?— No recordaba haber conocido a nadie con ese nombre.

—La hija de Sirius, él es... era mi padrino— tragó grueso. Había salido en todos los periódicos el trágico accidente de avión en el que Sirius Black, Remus Lupin y su mujer habían perdido la vida.

—Lo siento, no quise tocar ese tema— estuvieron un rato en silencio.

—Debería ir a buscar un taxi, ya es bastante tarde para mi horario.

—¿Taxi?—asintió.

—Zoe se llevo mi auto sin preguntar— no parecía que eso fuera algo fuera de lo común. Lo vio sacar dinero

— Paguemos a la mitad— él negó.

—Yo te invité, yo pago la cuenta.

—No seas machista— poco notó que no lo había tratado de usted, pero al demonio, ella no toleraba ser tratada como una estúpida damisela.

—No soy machista, soy caballeroso. Nose como será para ti, pero me enseñaron que cuando invito a una mujer a comer, corresponde que yo pague.

Bufó.

—De acuerdo, al menos deja que te lleve, voy con auto— suspiró y asintió. Pagó a la chica y se quito su campera.

—Si tenías frío antes, ahora te congelaras. Pontela— pidió, tendiéndole la campera negra y abrigada. Se hubiese negado, de no ser por ver como entraba la gente abrigada al lugar.

—Gracias— le quedaba bastante grande, pero era cálida y tenía un suave aroma masculino. Fueron hasta el auto, y Ginny se subió al asiento del conductor. Eran pocas y contadas las veces en que Harry había ido de acompañante.

—¿Qué tal te va con este auto? Es uno de los que más se ha vendió— ella sonrió mientras lo encendía.

—Me gusta, me agrada conducir... me da la libertad de poder ir casi a cualquier lugar— asintió y le indicó la dirección. Algo lejos de la empresa.

Harry ojeó los casettes que Ginny tenía.

—¿Te gusta la música?— dirigió su mirada a la pelirroja, que le sonrió de lado.

—No toco ningún instrumento y no soy una gran cantante, pero es increíble cuando pones una canción y esa canción de alguien que no te conoce puede explicar tan bien como te sientes.

Manejó en silencio.

—Lamento no tratarte de usted, me es algo difícil, considerando que eres joven.

—Está bien, pocos me tratan de usted.

Se detuvo en un semáforo y le dedicó una mirada.

—No había tenido un buen día hasta que choque contigo, gracias por la cena y la compañía.

—También lo pase bien— respondió sin saber del todo que decir. Aquello no era una cita, no debía serlo. Quiso preguntar que le había pasado, pero no era correcto. Él no debía meterse en asuntos que no eran de su incumbencia.

Llegaron a la casa de Harry, ambos estuvieron un momento decidiendo como despedirse. Ginny se inclinó hacia él y le dio un rápido beso en la mejilla.

—Hasta mañana, en la empresa— él asintió y lo observó subir los escalones hasta la puerta y entrar.

No fue consciente hasta pocos minutos después, de que la abrigada campera seguía rodeándola como un tibio abrazo.

Definitivamente el joven Potter tenía un aroma delicioso. 

Mi destino es ella.Where stories live. Discover now