-¿Qué quieres, Oliver?

Elevó las cejas.

-Oliver...- susurró, burlándose de mi- Me pregunto si esa boca, que acaba de pronunciar mi nombre, es la misma que complace a mi bastardo hermano cuando os quedáis aquí a solas.

Fruncí el ceño ante sus palabras. Me tensé cuando dio un paso más adelante.

-No me interesa mantener ninguna clase de conversación contigo, Oliver. Así que por favor, déjame-

-¿Salir?- señaló la puerta- Oh, lo siento mucho. No creía estar incomodándote- elevó ambas manos, fingiendo una falsa sonrisa.

Cuando me dejó vía libre para dirigirme hacia la puerta, caminé a paso rápido.

-Aunque es un poco gracioso que la que se supone que tiene gran poder, se deje intimidar tan fácilmente- susurró.

Paré en seco. 

Observé el pomo de la puerta, a milímetros de mi mano. Pero inspirando hondo, decidí dedicarle unas palabras. Así que girándome, formé una media sonrisa, para mirarle con una mirada fría.

-Sé quién eres- susurré y su sonrisa arrogante fue desapareciendo poco a poco- Eres el que engaña a todos en Salem con su carita de ángel. Con sus dulces palabras- sonreí, arrugando la nariz. Y al igual que su sonrisa fue desapareciendo poco a poco, la mía fue desapareciendo para dejar paso a una cara seria- Pero yo sé quién eres. Eres un simple mocoso arrogante, que se cree superior a su hermano adoptado, y vive frustrado porque nadie le toma en serio- susurré, acercándome a su rostro. Y cuando supe que había conseguido mi objetivo al notar el odio en sus ojos, me retiré poco a poco, hasta cruzar mis brazos y formar una delicada sonrisa- ¿Te gusta lo que puedo hacer con la boca ahora... Oliver?

Y tras repasarlo de arriba abajo, abrí la puerta para dirigirme a la sala. 

La reunión consistió simplemente en tatuar a las novatas y en enseñarnos los materiales de la gran estantería e indicarnos para qué servía cada uno. Y tras hacer lo mismo con los libros, Eddy dio por finalizado el encuentro.

Sus ojos se posaron unos segundos en mi, al darlo por terminado. Observé cómo todos se quitaban las togas y yo hice lo mismo, para dejarla doblada a un lado de la sala. Oliver salió primero, dando grandes zancadas, y escuché a Tracy indicarle a Eddy algo, provocando que éste maldijera en voz baja y siguiera los pasos de Oliver. Yo no aguardé y decidí seguirles, ignorando las llamadas de Alexander.

Atravesé el pasillo y observé a Tracy subir las escaleras así que decidí seguirla. Tragué saliva sintiendo nervios en mi cuerpo cuando, antes de asomar la cabeza, empecé a escuchar su conversación. Asomé la cabeza solo un poco, para distinguir las figuras de Oliver, Eddy y Tracy a unos cuantos centímetros de donde yo estaba.

-¡¿Cuándo demonios se me va a tomar en serio?!- escuché gritar a Oliver.

-Tranquilo, baja la voz, por favor- murmuró Tracy, intentando acercarse a él.

-Si quieres montar otra de sus escen-

-¡Tú cierra la maldita boca! ¡No mereces una mierda del poder que mi padre a decidido darte! ¡No eres ni nunca serás de ésta maldita familia!- bramó. 

Fruncí el ceño observando cómo Eddy soltaba algo por lo bajo, poniendo sus manos en sus caderas.

-¡No mereces ser el Amo de ésta secta! ¡No mereces nada, joder!- bramó- ¡¿Crees que por tener un poder distinto, todo tiene que estar a tus pies?! ¡Tú no eres el Amo de nada, imbécil!

-¡¿Acaso pedí yo esto?!- bramó Eddy y mi piel se puso de gallina ya que era la primera vez que escuchaba su tono de voz enfadado- Si tanto crees valer, Oliver, ¿porqué demonios no estás tú no en mi lugar? ¿Porqué papá decidió designarme a mí esto?

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