[PRIMER LIBRO TRILOGÍA AMOS]
Érase una vez un ángel y un demonio.
El ángel conquistó al demonio con su perversa mirada y el Demonio conquistó al ángel con su inocencia. Desafiando las reglas de sus creadores se atrevieron a enamorarse.
Así como es...
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-Cierra los ojos.
Candice, con su pelo rojo recogido en un moño alto, se mordió el labio obedeciendo las palabras de Jacob, el tipo de la cresta.
Me resultaba cómico cómo les distinguía a él y a Richard por su apariencia, para acordarme de sus nombres. Jacob el de la cresta, y Richard el de los libros. Devolví mi mirada al brazo de Candice, donde ella había escogido llevar el tatuaje.
Cuando Jacob retiró la aguja de la máquina de tatuar, ella suspiró dramáticamente y se levantó. Jacob dirigió sus ojos hacia mí, así que avancé mientras me levantaba la toga hasta descubrir mi mono. Alexander me ayudó a desabrochar éste sin quitarme la toga negra y una vez desabrochado, levanté mi camisa para indicarle el lugar. El lugar que había elegido era un poco por encima de la pelvis. Apreté la mandíbula cuando sentí la aguja tocar mi piel. Pero resultó ser un dolor soportable.
Mis ojos viajaron por la gran sala. Eddy llevaba un buen rato en la larga mesa principal, llena de libros y materiales. Estaba bastante concentrado en lo que fuera que estaba leyendo. Observé después cómo Hazel observaba el tatuaje de Candice y sonreía susurrándole cosas. Inspiré hondo cuando Jacob pasó un papel mojado por encima de la piel, irritándola. Pero preferí seguir mirando alrededor para no enfocarme en cómo la aguja danzaba en mi pelvis.
Observé a Alexander mirar de reojo el fondo de la sala. Supe que él también se había dado cuenta de que algo andaba mal. Tracy y su hermano, Oliver, llevaban un buen rato susurrando y gesticulando con las manos. Oliver parecía bastante enfadado y Tracy parecía intentar calmarlo. Oliver no me transmitía ninguna buena vibración. Y eso que era nada más que un crío. Pero la mala vibra seguía a su alrededor.
-Listo. Siguiente.
Suspiré y bajé la mirada para observar el pequeño búho trazado. Era pequeño y sutil. Elevé la mirada para observar a Hades, quien como siempre, estaba en su palo apoyado. Ésta vez tenía los ojos cerrados. Bajé mi camisa para después indicarle a Alexander en voz baja que iba a ir al baño para abrocharme bien el mono que llevaba debajo de la toga.
Abrí las puertas para salir. Caminé por el pasillo alumbrado con luz débil hasta llegar al pequeño servicio. Cerré la puerta para después observarme en el espejo. Quité la capucha que cubría mi cabeza. Apreté los labios para abrocharme el mono bien. Volví a colocarme la capucha tras echarme agua en la nuca. La carne alrededor del tatuaje ardía. Pero era lo que menos me preocupaba ahora mismo. Me preocupaba más el rato a solas con Eddy que cada vez se estaba acercando más.
Abrí la puerta para salir, pero un cuerpo lo impidió. Fui empujada al interior del servicio de nuevo, y di un paso atrás, quedando apretujada contra la pared al ver el rostro de Oliver. Sus ojos grises como los de su hermana, pero diferentes en lo que transmitían, me miraban entrecerrados.
-Pero mira a quién tenemos aquí...- murmuró, apoyándose contra la puerta y cruzándose de brazos- La dulce e inocente Kimberly.
Apreté la mandíbula para intentar mantenerme firme y no mostrarle el malestar que me provocaba el estar encerrados en un mismo lugar.
