Mastema I: Alianza de Plata

Capítulo 07: Corazonada

“charlie, no se en que asuntos te haz metido ultimamente, ni tampoco se que es lo que esta sucediendo afuera, pero muchas personas escapan ahora a rize, e intentaron asaltar nuestra casa por lo que huire con chloe y fyodor. enviare a Chloe de vuelta con una nota en su silla para avisar que llegue a salvo. espero verte aquí pronto. atentamente, Ember”

Creo que es evidente que la escritura no es el fuerte de mi hermana… Empezando porque no sabe cuándo usar las comas y por lo general las omite, posee la caligrafía de una niña de 7 años. Eso sumado al hecho de que probablemente escribió esta nota en la oscuridad, y con el pulso tembloroso por la adrenalina, da por resultado un texto garabateado que apenas sí pude leer. La buena noticia es que estoy seguro de que lo escribió Ember, dudo que sea posible imitar ese código de garabatos que ella llama letras.

Por otro lado, respiré aliviado al entender que había logrado escapar… O al menos eso parecía.

Analizando más a fondo del panorama en retrospectiva, debo entender que un grupo de los Lobos Guerreros intentaron asesinarla en venganza contra mí… Pero de alguna manera ella, Chloe y Fyodor fueron lo suficientemente fuertes y astutos para defenderse y asesinar a los Lobos.

Desde pequeño mi madre me enseñó que, como el varón de la familia, debía proteger a Ember y asegurarme de que ella estuviera a salvo. Yo he desarrollado mis sentidos protectores hacia ella por el temor que siento de perderla como perdí a mamá… Pero con el tiempo he aprendido que Ember es perfectamente capaz de valerse por sí misma. Es fuerte, es astuta y precavida, y por, sobre todo, es mucho más madura que yo, y sabe hacerle caso a su cabeza por sobre su corazón la mayoría de veces.

Yo, por el contrario, la cagué peor que nunca y puse en peligro su vida, siguiendo una corazonada que, al igual que muchas otras, resultó ser solo una ilusión.

Y solo entonces… Con el alivio de que Ember estaba aún con vida, hice conciencia de lo que había hecho.

Posteriormente me escabullí hacia mi recámara para comprobar si Ember se había llevado mis cosas. En mi habitación solo quedaban dos o tres de mis pantalones, mi abrigo de color azul rey, mis anteojos de aviador y el cañón improvisado que forjé hace un tiempo atrás.

Revisé debajo de mi cama de paja, y encontré una pequeña caja de madera. Al abrirla, se encontraban dentro mis dos libros de mitología y medicina respectivamente, los diarios de mi madre, y mi propio diario junto con mis herramientas de escritura.

Me resulta sorprendente pensar que hace unos meses atrás no tocaba un libro ni por casualidad, y ahora estos cuatro libros se han vuelto mi tesoro más grande. Especialmente mi diario, que, de haber muerto, hubiera sido el último rastro de mí en este mundo.

Comencé a ojearlo un poco, leyendo aquello que escribí en los últimos días con un nudo en la garganta… Escritas en estas páginas está marcada la historia de mi más reciente ilusión y fracaso.

Una parte de mí quería arrancar esas últimas hojas y quemarlas… La creciente rabia e incontrolable frustración carcomía mis adentros haciéndome sentir miserable.

En resumidas cuentas, intenté hacer lo correcto y luchar por dotar a Campione de su merecida libertad, en lo que se suponía sería un ataque discreto a la capital, donde asaltaríamos el Palacio con Sarras en él y así, con la ayuda de las autoridades de Ada y Rize, someter y depurar Campione para reconstruirlo bajo un gobierno estable.

Lo que sucedió… Fue un genocidio. Un asalto organizado donde fallecieron cientos de civiles inocentes a manos de lo que creí eran la esperanza de Campione, y mis manos estuvieron involucradas en ello…

Ahora, con mi diario en mano, recorro con mi ojo restante el texto escrito en él… Palabras que hace un tiempo estaban llenas de confianza y ahora pesan en mi conciencia