IX. Encuentro

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Edenna Soreil
Colonia 30

Edenna y Sáhtte viajaron hasta la Colonia Treinta para su reunión con Istenia Jaspen y Siura Pevyreil.

Meses atrás, Edenna se había enterado que Istenia seguía viva. Se encargaba de enviar recursos y regalos para Lezzt, su nieta. Se suponía que tendría una charla con Hazz para decirle que su cuñada seguía viva, no obstante, la Condena atacó la Residencia el día que Hazz decidió robar una de sus naves y después la misma organización la secuestró, así que Edenna tuvo que esperar.

Edenna y Sáhtte conocían a Siura desde décadas atrás. La misteriosa mujer les había ayudado numerosas veces en su juventud, cuando Edenna y Sáhtte se aventuraron a desenterrar las verdades de la naturaleza.

Las cuatro mujeres no eran solo un equipo poderoso. Eran el equipo poderoso.

Juntas eran imparables, por ello Edenna había convocado la reunión. Ella y Sáhtte necesitarían ayuda para entrar a la Condena y no había mejor alianza que con su nuera y con su vieja amiga.

Todas se encontraban sentadas en el comedor de lo que había sido la casa de Istenia antes del Incidente Treinta. Tomaban té mientras charlaban de su situación.

—No podré hacer mucho por ustedes —anunció Siura con lástima. —Tendré cuentas que saldar la próxima semana, así que por ahora debo permanecer fuera de la Condena.

Edenna aún se sorprendía del aspecto de Siura: se veía idéntica a como había sido treinta años atrás. Si bien Edenna conocía un poco de su historia, era difícil decir cuántos años tenía Siura. En realidad, era difícil decir cualquier hecho sobre Siura. Era una mujer bastante reservada con su vida personal.

—No entiendo —respondió Sáhtte. —Eso es la próxima semana, ¿por qué no puedes ayudarnos ahora? No estaremos en la Condena por más de una semana. Entramos, le damos el anillo a Hazz, matamos a Conswell y salimos —explicó con naturalidad.

—Oh, no estoy muy a favor de la violencia —lamentó Istenia—. ¿Es realmente necesaria?

Edenna le lanzó una mirada con obviedad.

—¿Le has hablado a Lezzt sobre su abuelo, Istenia? —cuestionó. Istenia negó con la cabeza. —Exacto. Conswell es un maldito. Si Lezzt un día pregunta sobre él, prefiero que le digas que está muerto a que le digas que sigue vivo y matando gente. Así que sí, es necesaria.

—¿Y qué pensará de su abuela cuando le diga que mató a su abuelo?

Edenna rio brevemente.

—Nunca le dirías eso a Lezzt —aseguró con arrogancia—. Quieres mantener una imagen de la familia perfecta porque quieres que Lezzt nos conozca de esa manera.

—Oh, pero ustedes no son una familia perfecta —acusó Istenia—. Ustedes son la familia más retorcida, mentalmente desequilibrada y con mayor necesidad de terapia que he conocido. Limunest era lo único bueno que tenían.

—Respeta a la presidenta —ordenó Sáhtte.

Istenia tomó una inhalación profunda y pidió una disculpa, tragándose su orgullo, a pesar de que las cuatro mujeres sabían que sus palabras eran ciertas. Continuaron hablando como si el minuto anterior no hubiese sucedido.

—Los chicos escaparán sin escapar —retomó Siura. —Mett Belrie aún no me llama, lo cual significa que debo esperar mi momento. No puedo esperar mi momento con ustedes.

Edenna y Sáhtte se lanzaron una mirada. Hablar con Siura era como ver una pintura abstracta: si el autor no explicaba lo que quería expresar, era imposible saber con certeza lo que significaba.

Colonia 30 (II)Where stories live. Discover now