—Fue hace mucho tiempo —sujeto la mano de Lena y parpadeó sintiendo el lagrimeo en sus ojos—. Llegué a los 13 con los Danvers y desde entonces me dieron una familia en este planeta.

—¿Este planeta?

—Si... en realidad no soy de este planeta y por eso soy tan talentosa, pero no se lo digas a nadie o probablemente me veten del futbol —susurró con una leve risa en su voz.

—Eres una tonta —Lena soltó la carcajada tomándose el comentario de Kara como una broma.

—Lo digo en serio —la acompañó en su risa—. Tuve suerte de encontrar una buena familia.

—En eso no vamos a coincidir —exhalo—. Lillian, mi madre, nunca fue muy agradable y mi hermano Lex tampoco se lleva el premio al hermano del año.

En ese momento el mesero apareció con su orden, dos vasos de nieve y los rollos de galleta rellenos de chocolate que Kara adora con todo su ser. Fue hasta ese entonces que se dieron cuenta de que sus manos seguían unidas, rápidamente se separaron sonrojándose. Al parecer sonrojarse ya era una constante entre ellas.

—Veamos si es cierto que esté sabor es una maravilla o estás mintiéndome —apenas dio el primer bocado gimió disfrutando del sabor—. ¡Dios! cuánta razón tenías.

—¡Te lo dije! —expresó emocionada de que le gustara y probó su propio helado—. He probado cada cosa de este establecimiento o incluso de cada restaurante en la ciudad, soy la guía perfecta si de comida se trata.

—¿No deberías llevar una dieta estricta por lo del fútbol?

—Debería —tomo una galleta y le acercó el resto a Lena—. Pero ya te he dicho que no soy de este planeta, no necesito dietas.

—¿Oh sí? —sumergió la galleta en su nieve—. ¿Y cómo es una chica de rostro planeta? —cuestiono con burla.

—No lo sé, ¿Quieres averiguarlo?

—Déjame tocarte o descríbeme como eres y lo sabré.

Kara comenzó a darle una descripción lo más detallada posible de todos sus aspectos físicos, al mismo tiempo Lena pasaba sus dedos por el rostro de Kara ahora sabiendo que era una rubia de ojos azules. Por supuesto que Kara disfrutó de cada momento de esta actividad.

—Eres hermosa —soltó sin pensar—.

—¿De verdad lo crees? —sintió su corazón a mil por hora.

—De verdad —aseguró—. Lo siento, yo no... —bajo la cabeza avergonzada—. No quiero incomodarte.

—No lo haces —se atrevió a tomar su mano de nuevo.

—¿No?

—No —sonrió al escuchar como el corazón de la ojiverde latía igual de desesperado que el suyo—. Yo también creo que eres hermosa.

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Una vez que terminaron con los helados y unas cuatro órdenes más de galletas, devoradas en su mayoría por Kara, volvieron a su edificio para dejar el auto y salir a explorar otro parque cercano.

Además de aprovechar para sacar a caminar a sus mascotas, casualmente ambas tenían un golden retriever. Krypto es de color blanco y pertenecía a Kara. Laika era de color dorado claro y pertenecía a Lena. Al perro de Kara parecía agradarle bastante sus nuevas compañías pues se la había pasado pegado a ellas durante todo el recorrido.

—¿Cuánto tiempo llevas en el fútbol?

—¿Profesionalmente? Mmm... hace unos ocho años maso menos me uní al Nat. City con 18 años al salir del instituto. Debuté con el equipo al cumplir 19 convirtiéndome en la más joven en debutar en la historia del club y me mantuve aquí durante seis temporadas —se explicó mientras maniobraba con los perros.

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