Prologo

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Prologo

—Maddie—lo miro y el me da una sonrisa de boca cerrada—te amo.

Sus palabras hacen que mi corazón late desesperadamente, a pesar de que lo sabía me encantaba que lo dijera, pero aparte de eso había algo extraño en su tono de voz y mirada, ara como si estuviera desesperado y nervioso, sabía que tenía problemas pero no me quería contar.

Doy uno pasos hacia él y le sonrió antes de darle un corto beso en los labios el cual causa esa sensación intensa desde el primer día que lo bese.

—Yo también te amo—le digo al separarnos y camino hacia la salida—me voy.

Le doy una última mirada a Rían, me despido agitando la mano y cierro la puerta a mis espaldas.

El vecindario se veía igual de tranquilo.

Comienzo a caminar en dirección a mi trabajo, era algo bueno que lo hubiera conseguido a algunas cuadras de mi casa, era la ayudante en una cafetería la cual habría temprano.

Tenía las manos dentro de los bolsillos de mi abrigo debido al frio que hacía en los mañanas.

—Buenos días –saludo a la señora Morrison la cual regaba sus plantas.

Se da cuenta de mi presencia y me mira.

—Buenos días Maddi—contesta con una sonrisa.

Sigo mi camino hasta que de repente siento que una mano cubre mi boca.

Todo pasa tan rápido que no se en que momento el sujeto toma mi brazo y me arrastra.

El miedo se apodera de mi cuerpo, mi corazón comienza a latir rápidamente, a pesar de que pataleo e intento liberarme es inútil, quien sea que me sostenía era demasiado fuerte.

El sujeto me arrastra lo que parece un callejón, miro a todos los lados tratando de ver a alguien que me ayude pero no había nadie a estas horas.

El sujeto me tira contra una pared y me sostiene del cabello.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—P-por favor...no me haga nada—implore al hombre que estaba frente a mí— ¿Qui...quiere dinero...? tengo dinero en mi bolso.

Alzo mi bolso que colgaba de lado.

El hombre solo ríe causando más terror en mí, las lágrimas seguían saliendo.

—Tienes algo más valiosos que solo tu asqueroso dinero-habla con una voz gruesa y ronca que hacía que tuviera aún más miedo, su tono era amenazador—esa eres tú.

Lo único que pensaba en ese momento era que iba a morir hay mismo.

Como si para ellos esto fuera tan fácil.

Hubiera preferido morir en ese momento que llegar a donde estoy ahora.

Lo último que veo es que el hombre alza su mano y mepega con su puño en la cara dejándome inconsciente.

segunda oportunidadWhere stories live. Discover now