1 Fuego y Luz

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-¿Mi Hermosa?

-¿Si?

-¿Usted es capaz de amar? -preguntó Sebastian mirando a la Reina Seelie a los ojos.

-No amar, Jonathan. He vivido lo suficiente como para saber que, al ser inmortal, es imposible amar tan devastadoramente como lo hacen los mortales.


Sebastian hizo una ligera mueca, pero inmediatamente cambió el semblante.

-¿Sería entonces, mi reina, capaz de darme una oportunidad? -dijo Sebastian con voz halagadora-. Quiero probar mi devoción a vuestra persona...

La Reina Seelie levantó una mano, callando al Cazador de sombras mientras negaba con la cabeza.

-No es necesario, Jonathan -dijo ella-. Sé que muchos mantienen una fuerte devoción hacia mi persona, soy la Reina. Aunque, bien es cierto, nunca nadie ha intentado adularme para que me uniera a él.

Sebastian lució solo ligeramente sorprendido, era algo que se esperaba de la Reina.

-Le prometo que no es un artificio, su Majestad.


La Reina sonrió, y su sonrisa era como la de un ángel caído: hermosa, pero tan letal y atrayente que podría arrastrarte al mismísimo infierno con solo mirarla.

-Sé que no lo es -dijo ella sentándose en su diván-. Conozco a los mortales, Jonathan.

-Por favor mi Señora, le pido que me llame Sebastian.

Ella asintió con la cabeza y luego dijo-:

-Sé lo que has hecho, Sebastian. Sé como Lilith te ha revivido por medio de ese Vampiro Diurno amiguito de tu hermana. Sé lo que planeas. -La Reina Seelie dirigió su mirada directamente a Sebastian y sonrió-.Y sabes que yo no puedo mentir.

-No estoy dudando de vuestra palabra, Majestad -dijo Sebastian acercándose lentamente a la Reina. Meliorn, el caballero hada que había estado como pintado en la pared, se apresuró hasta Sebastian y se colocó frente a él con expresión severa.

-No puede acercarse a la Reina de la corte... -empezó el caballero. Pero la reina lo detuvo.

-Déjalo acercarse, Meliorn -dijo ella-. Y vete.


El hada le dirigió una mirada asesina a Sebastian, le dedico una reverencia a la reina y salió de la estancia.

-¿Decías, Sebastian? -dijo la reina. Y Sebastian sintió una extraña fascinación hacia el sonido de su nombre en labios de la Reina. Sebastian se acercó al diván de la reina y se arrodilló frente a ella.

-Le hablo sinceramente, Majestad.


-Levántate -dijo la reina complacida con que Sebastian llegara hasta tal muestra de cortesía. Él obedeció, pero bajo dos escalones para no quedar más alto que la reina-. Amor y deseo no van siempre de la mano -dijo ella-. Y en mi caso, muy rara vez van juntos.

-Estaré dispuesto a cualquier cosa... -dijo Sebastian, y sus ojos negros brillaron al saberse ganador.

-Puedo enseñarte cosas increíbles -continuó ella como si Sebastian no hubiera dicho nada-. Magia y locura. El Cielo y el pecado. -Ella sonrió maliciosamente-. Aunque supongo que conoces muy bien éstas dos últimas -dijo seductoramente mirando el brazalete de plata en la muñeca de Sebastian-. "Flectere si nequeo superos, acheronta movebo" -recitó ella de memoria, eran palabras que conocía muy bien-. "Si no puedo convencer al cielo, levantaré al infierno". Muy adecuado a tus propósitos.

-Mi único propósito en este momento, su Majestad -dijo Sebastian con la misma voz seductora de ella-, es demostrarle cuanto me gusta.

La Reina rodó los ojos y se apartó del rostro de Sebastian.

-Tu y tú hermana están pobremente empeñados con el concepto de gustar -dijo la Reina con una mueca de disgusto. Ella volvió a sentarse adecuadamente en su diván. Sebastian frunció el ceño.

-No soy como mi hermana -dijo Sebastian a la Reina. Ella sonrió irónicamente.

-¿A no? Podría jurar que le has dicho que ambos tienen un corazón oscuro en su interior.


Sebastian abrió los ojos como platos, claramente asombrado de que la Reina supiera lo que le había dicho a Clarissa solo unas noches atrás. La Reina soltó una carcajada.

-Ustedes los mortales son demasiado despistados -dijo ella riendo-. Meliorn estaba la otra noche ahí ¿recuerdas? Llegó temprano y te siguió, te vio hablando con tu hermana y tengo que decir que desgraciadamente también fue testigo del espectáculo que daban tus hermanos... -Su sonrisa cambió a una totalmente sugerente. Sebastian recordó que Jace había halado a Clary hacia uno de los reservados apenas había visto a Meliorn en el club.

"Así que de ahí vinieron los aruños en la espalda" Pensó él divertido, jamás pensó que Clarissa fuera tan... apasionada.

Sebastian miró divertido a la Reina. Había pocas mujeres en el mundo que se parecieran a él, la Reina Seelie era una de ellas, de hecho, era su favorita. Él era un Morgenstern, una estrella de la mañana y un "portador de luz", Sebastian vio el cabello de la Reina y por primera vez no lo comparó con el de Clarissa, sino que el color lo hizo pensar en el fuego.

"La luz es un efecto del fuego" pensó él sin quitar sus ojos del cuerpo de la Reina.

-Y el fuego quemará -dijo ella, hasta ahora Sebastian no se había dado cuenta de que había estado pensando en voz alta. Dirigió una sonrisa seductora a la Reina y volvió a acercarse lentamente a ella.

-En ese caso -dijo él cuando la Reina no se apuso a su cercanía-, deseo jugar con el fuego. -La Reina rio complacida con las acertadas palabras de Sebastian. Él tomó uno de los mechones de ella entre sus dedos y ella cerró los ojos con el contacto cuando él bajo su mano a través de sus brazos desnudos.

-Te quemarías -susurró ella muy cerca del rostro del chico. Sebastian posó sus labios en el cuello de la reina y fue ascendiendo hasta su barbilla dejando un rastro de pequeños y seductores besos detrás de sus labios.

-No me importa -dijo él sellando sus bocas en un apasionado beso. Iniciando la alianza.

Sebastian & SeelieTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang