ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 16

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Capítulo 16

Ashton.

La clase es realmente aburrida, Mauro no para de bromear sobre el tema del mp3 y yo estoy a punto de explotar. Eso me sucede por darle tanta confianza a alguien, utilizan la información que cuentas en un momento de lapso y la reproducen en bromas y más bromas. Es tan maravilloso el concepto de amistad que me dan ganas de terminar las mías. No resisto tanto amor.

El contenido que traigo en la mochila se siente como una bomba en retroceso. Es impactante para mí porque es uno de los pocos recuerdos que me quedan de mis padres, o por lo menos del tiempo en que lo fueron. Le prometí a Maia que se lo mostraría, quiero que descubra cosas nuevas, experiencias nuevas que aunque son pequeñas, en mí marcaron un antes y un después.

Agradezco lo que hizo por mí, tengo claro que no me iba a dejar morir la noche de ayer, el corazón no le da para eso, pero a mí no me da para confesar que salvó a dos personas esa noche.

Suelto un suspiro y dejo que la melodía de la música que escuchará más tarde se convierta en el sonido de fondo de las ecuaciones matemáticas. La clase me aburre, los chistes de Mauro me aburren y las puntas abiertas del profesor también.

Golpeo el lápiz en mi libreta, recreo los ritmos que surgen en mi cabeza. Me encanta la música y de vez en cuando escribo alguna que otra canción, no me considero bueno en ello, pero es mi forma de entretenerme. La venero porque hay momentos en que es lo único que queda cuando todos se van, no escoges la melodía, ella te elije a ti y coloca compresas de agua fría sobre recuerdos que arden. La pelirroja que se sienta delante voltea molesta producto al sonido. Me encojo de hombros para que entienda que me importa poco lo que opine.

Me siento aliviado cuando suena la campana. Todos se ponen en pie, desesperados por abandonar el salón. Al profesor no le dio tiempo dictar la tarea, eso hace que aumente el apuro por salir; oportunidades como estas hay que aprovecharlas. No pienso esperar a Mauro mientras termina de recoger sus libros, mejor lo hago en el pasillo, muy lejos de las tareas del profesor. No vamos ni por media mañana cuando toca cambio de materia y el local de química está al otro extremo del pasillo. Mauro no tarda en salir y comenzamos a caminar.

—El profesor se enojó muchísimo.

—Son cosas que pasan. —bromeo.

—Contigo.

Freno en seco.

—¿Qué?, ¿y qué culpa tengo yo?

—Me llevé un discurso antes de salir. Según él, vio como recogiste todo con calma y te levantaste del asiento, luego lanzaste una mirada cansada cuyo significado era: "Mira como abandono el salón con toda la calma del mundo porque me importa dos pimientos la tarea y tu clase"

—Ese tipo está loco.

—Luego me dio la tarea para que te la entregara.

—¿Qué?

Comienzo a caminar, una chica se golpea contra mí. Le pido perdón y miro a Mauro, quien me observa con expresión de burla.

—No me jodas.

Hace ademán de buscar algo en su mochila. Luego me observa por unos segundos.

—Era una broma —confiesa, estallando en una ridícula carcajada—. Deberías haber visto tu cara, esa si era de: "Buscaré una tijera y le cortaré el cabello al profesor por cabrón" Lo cual si lo piensas es genial, porque ese tipo parece que no se ha cortado el cabello en años.

—¿Por qué escogí de esta forma? —Me quejo. Suelto un suspiro que le hace levantar una ceja—¿No habían amigos más normales?

—Pero soy el más genial. Un bombón.

Crayones para un ángel ✓Where stories live. Discover now