• CAPÍTULO 31 •

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[...]

Me paseo con Valentina y Liam por la cafetería y ellos mantienen una conversación apagada acerca de la muerte de Simón y Dalton.
Decido irme de ahí, pues ya tengo suficiente con estarlo recordando a cada rato en la mansión como para también hacerlo aquí.

Me faltaba un examen, la hora de la salida llegó pero Ruggero sabe que tengo que presentar uno más así que es tolerable conmigo y me envía un mensaje.

Rulitos:
Suerte princesa, te espero en casa ¿quieres que te espere para comer?

Le envíe un mensaje diciéndole que no y que él comiera. Pero me envío otro.

Rulitos:
Ve pensando dónde quieres la luna de miel, porque soy capaz de llevarte hasta la luna.

Eso último me hizo reír pero luego recordé de que me debía de casar con ese señor y se me borró la sonrisa.
Vale, no soy tonta, y si me voy a casar a la fuerza con alguien pues mínimo debo de escoger un buen lugar para vacacionar en "la luna de miel". Quiero un lugar caro, muy lindo y por eso le pediré ayuda a Valentina pero luego.

Toco la puerta de la oficina del señor Derek Clark.
Anuncia que debo de pasar y me encuentro con que ya está el examen esperándome sobre su escritorio.

—Siéntese señorita Sevilla. —"Señorita Sevilla" ya no soy su pequeña.

—Buenas tardes profesor Clark.

—El examen durará media hora, y el tiempo empieza desde ahora.

—¿Media hora? Pero es muy poco tiempo.

—¿Acaso dice que soy un maestro egoísta? Porque si es así entonces ya entiendo el porqué se quiere ir de mis clases.

Abro la boca pero mejor la cierro y hago caso a lo que dijo.
Me siento, saco mis lápices y comienzo con las preguntas pero me es difícil concentrarme si él se sienta justo enfrente de mi y me observa paso a paso.

Han pasado veinticinco minutos cuando me suena el teléfono y en la notificación veo que es Ruggero. Pero antes de que lo pueda tomar, él lo hace.

—Está prohibido el uso de teléfonos en las horas de los exámenes.

—Lo siento. Lo guardaré.

—Yo lo guardaré. —Veo que lo prende y ve la pantalla; el mensaje de Ruggero—¿quién es "Rulitos"?

—Mi perro.

—¿Tu perro tiene teléfono y te dice: "no es broma sobre lo de la luna de miel, escoge la ciudad que quieras"?

—Es un perro muy inteligente.

Me fulmina y mejor decido seguir con el examen porque me faltan cinco minutos y apenas voy en la mitad.

Los minutos vuelan y no quiero levantar la mirada, pero me veo obligada a hacerlo cuando veo su mano posarse justo a un lado de la hoja y luego la quita para dejarme ver aquel brazalete que me mencionó por llamada.

Es precioso.

Son las primeras palabras que se me cruzan.
El brazalete es sencillo, pero lo hace tan especia el que haya pensado en mi cuando lo compró.

Lo tomo y apenas me doy cuenta de que estoy sonriendo como el gato que aparece en Alicia en el país de las maravillas.
No dudo en ponérmelo y menear mi mano para que las piedras se muevan de un lado a otro provocando sonidos por sus choques.

Después enfoco la vista enfrente; me mira serio.

—¿Sabes? Se vale soñar.

—¿Disculpa? —Suspira tratando de encontrar las palabras correctas.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now