Capítulo 25

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Regina llegó media hora después al hospital y preguntó por la habitación de la rubia aunque nadie quería decirle donde estaba.

Soy Regina Mills, y soy su psicóloga. Tengo que verla.

Lo siento señora Mills, pero no tengo autorización para dejarla pasar, además que las horas de visita ya se han pasado.- La enfermera estaba bastante nerviosa.

Esto es importante es mi paciente.- Dijo Regina muy seria intimidando a la enfermera.

Está bien. Habitación 356.

Regina le dio las gracias con la mirada y se marchó a la habitación, su impulso no le hizo pensar que tendría tantos problemas para poder ver a la rubia. Una vez en la puerta se puso un poco nerviosa al pensar que podría estar acompañada, pero ya se había dado el viaje y no se quería ir sin saber cómo se encontraba Emma.

Adelante.- Dijo Emma al escuchar cómo tocaban la puerta.

Hola.- Dijo Regina algo intimidada por la situación.- ¿Cómo estás?- Preguntó al pasar a la habitación y cerrar la puerta.

Ahora mucho mejor.- Dijo la rubia estirando su mano para que la morena que la cogió encantada.

Me has asustado. ¿Qué te ha dicho el médico?- Preguntó acercándose a ella y dejando un tierno beso en sus labios.

Estoy bien, sólo un pequeño golpe. Mañana me darán el alta.- Dijo la rubia mirando fijamente a la morena.

Esa es una buena noticia... ¿Quieres que me quede un rato?- Preguntó bastante inquieta.

Claro, de todas maneras mi padre pasará un rato.

Entonces si quieres te dejo tranquila.- Dijo la psicóloga intentando marcharse.

De eso nada, tú no te vas de aquí. Dame otro beso.- Dijo con una sonrisa pícara la detective.

Regina sonrió ante la idea de la rubia y se acercó un poco a sus labios para besarla, Regina sólo poso sus labios sobre los de Emma pero esta entrelazó sus dedos en el pelo de la morena y la incitó a que fuese más apasionado, Regina no se hizo de rogar e introdujo su lengua mordiendo el labio inferior de la rubia, la psicóloga cada vez estaba más inclinada sobre la cama y Emma empezó a pasar su mano por toda la espalda de la morena pero una tos las hizo separarse.

¡Papa!- Se sobresaltó Emma al ver a su padre tosiendo desde la puerta.

Hola cariño.- Respondió el hombre bastante avergonzado.

Hola- Dijo Regina sonrojado.

Bueno... ya basta han pasado los minutos de incomodidad y de sonrojo y de miedo ahora por favor relajaros. Papa, esta es Regina, Regina este es mi padre.- Dijo Emma sonriendo ante la incomodidad de todos.

Ya nos conocíamos. Hola, señor.- Dijo Regina separándose de la camilla y acercándose.

Hola, puede llamarme David, señora Mills.- El hombre cogió la mano firme de la morena y le sonrió ligeramente.

Regina, por favor. Ahora os dejo para que podáis hablar.- Dijo Regina mirando a Emma.

No te vayas, creó que Emma agradece más su compañía que la mía.

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