Capítulo 9: West Coast

490 16 2
                                    

Pasó tiempo, mucho tiempo hasta que la volví a ver.

La vida en Los Angeles era tan glamurosa, todo eran fiestas y mas fiestas. Hollywood era una locura. Tenía una forma de vida única, a esos actores, directores, a toda esa gente, todo el mundo los admiraba, pero en realidad no eran mas que unos borrachos, drogadictos y unos adictos al sexo que estaban forrados y los que todo el mundo amaba.

En el trabajo estaba mejor que nunca, puse mi empresa en bolsa, y sali en la portada de la revista Forbes como la empresaria del momento y además, estaba en la lista de las personas mas ricas del mundo.

Júlia estaba orgullosisima de mi, en cada fiesta o evento social presumía de mis méritos.

Tenía tanto dinero, no sabía que hacer con el. Un día cualquiera mientras iba al trabajo de Julia me encontré con un vagabundo en la acera de en frente, delante de su bufete. Todas las personas que pasaban a su lado no lo miraban, y quien lo hacía lo miraba con semejante cara de desprecio.  Cuando pasé oí como sus tripas crujían, me giré y lo vi con un libro entre sus manos.

Fui al restaurante de enfrente y pedí comida para llevar, volví donde estaba el vagabundo y se la entregue. Sus ojos se encontraron con los mios y habiendo un brillo especial en ellos. No dijo nada, pero sus ojos estaban llenos de gratitud.  Le dije que había pagado por comida al restaurante y que siempre que tuviera hambre podía ir allí a comer. Me fui, Julia me esperaba.

Durante toda aquella semana pasé a recoger a Julia para ir a comer juntas y cada día veía a aquel vagabundo. Cada día leía el mismo libro. Después dejé  de ir a comer con ella pero me paseaba por ahí para verlo, pasaron las semanas, los meses, y el vagabundo seguía con aquel libro. Una maña de un jueves soleado finalmente me volví a acercar a él.

- Qué lees?

El vagabundo dio un salto y empezó a acurrucarse y a esconder con sus brazos su cabeza.

- Por favor no me pegue, no he hecho nada malo.

-Qué? No, yo no voy a pegarle.

Entonces vi el nombre del libro entre sus manos, Werther.

-Que libro es ese?

-Las desventuras del jóven Werther de Goethe, señora.

-Por qué siempre lo lees?

-Qué? Yo, yo no tengo mas libros... es el único.

-Puedo, puedo verlo?

Me lo dió. El libro era viejisímo, sus páginas eran amarillas y algunas faltaban, el libro prácticamente se caía.  En la parte de atrás no había sinopsis, no tenía nada.

-Ven.

Empecé a andar.

-Qué?

-Vamos, sígueme.

Llegamos a una pequeña libreria, pero preciosa, era mi favorira. Una señora se me acercó nada mas entrar, el vagabundo se veía muy confuso.

-Señorita Jauregui, es un placer tenerla aquí.Puedo ofrecerle  un café? Tengo...

-No. Estaba buscando un libro...

-Eh!! Fuera de aquí estúpido vagabundo!! Echénlo!!

Un segurata se acercó al vagabundo con la intención de expulsarlo de la tienda.

-Qué se supone que está haciendo?-dije- Saqué sus ridículas manos de él! El viene conmigo pedazo de imbécil!

-Qué!? Señorita Jauregui yo...

I want to hold your hand (Camren)Onde histórias criam vida. Descubra agora