Capítulo XXXIX

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Actualidad

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Matteo:

A pesar de que Jane había pasado la noche conmigo, me sentía un poco incómodo. Algo parecido a una sensación de ahogo no me dejaba dormir y extrañamente, no recordaba nada de unos días atrás.

Sin hacer mucho caso a mi falta de memoria, me levanté a por un vaso de agua y me quedé unos libros de psicología, que tenía sobre la mesa del comedor. Era de madrugada y aunque la vista no me colaboraba la lectura, en la cama no lograba descansar. Horas más tarde me quedé dormido en el sofá, y no volví a reaccionar, hasta que sentí el peso de Jane sobre mi abdomen.

—Buenos días —ensanchó su sonrisa y me dejó un suave beso en los labios.

—Buenos días —le respondí, dándole espacio para que pusiera su cabeza sobre mi pecho.

El cabello rojizo lo tenía atado en una especie de moño todo regado y en su delicado rostro, llevaba aun las marcas de las sábanas. Se veía preciosa acabada de levantar, tan serena que dudaba fuese la misma persona. Pero entre tanto volvía a ser la misma Jane llena de problemas, yo quería quedarme con una imagen de ella así, apacible, como si nada pudiera hacerle daño.

— ¿A qué es lindo, cierto? —preguntó.

—No sabía que me hacías piropos tan temprano.

—Tú no, ruso —me hice el dolido—, eso —señaló la vista que mostraba la enorme ventana de cristal descubierta, y sí era hermoso, como también lo era estar a su lado viendo el mundo solo a través de un cristal

—Podría quedarme aquí para siempre.

—Eso lo sé —besé su cabello que olía a limón.

—Oye, ¿puedo pedirte algo?

—Helado hay en la nevera.

—Eso no es —chasqueó la lengua.

— ¿Qué quieres?

—Amor, quiero un perro —dijo de repente y levanté la cabeza para poder verla.

— ¿Cómo me llamaste? —inquirí con una sonrisa que no podía ocultar, por más serio que intentaba ponerme.

—Matteo Kuznetsov —soltó y se puso de pie con las manos en las mejillas.

—Hey —le llamé caminando tras de ella—, ¿cómo me llamaste, enana?

—Matteo Kuznetsov —repitió sentada en la cama, con las mejillas rosadas a más no poder. Era una niña, una con una fuerza interior que ni el más fuerte de los hombres pudiera aspirar algún día

—Repite lo que dijiste hace un momento —pregunté, mientras subía a la cama junto a ella

— ¿Matteo Kuznetsov? —mustió inocente.

Cuervo // Vínculo // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora