Capítulo XXXVIII

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Unos días atrás

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Unos días atrás

Matteo:

Entre el estado anímico horrible que me había dejado la pérdida de uno de los niños que atendía y las reuniones constantes con las víctimas de las violaciones de Hamilton, estaba al volverme loco. Nunca imaginé verme con tanta impotencia, de no poder hacer nada, mientras otros se encargaban de joderle la vida a la gente.

Las chicas con las que hablé, muchas habían perdido por completo la cabeza y otras, ni siquiera existían. Porque imaginen una persona anoréxica que sea tratada de esa manera, una bipolar, una suicida como en el caso de Jane, mujeres cuyos traumas agravó, quien decía iba a curarlas.

—Matteo Kuznetsov —interrumpió mis pensamientos la última persona que esperé verle la cara.

—Doctor Hamilton —dije con odio—, le aconsejo que se desaparezca de aquí, de lo contrario no dudaré en estamparle la cabeza contra la mesa.

—Ni a ti, ni a mí, nos conviene formar escándalo en un lugar público —sonrió con hipocresía—. Ahora mismo tu carrera prende de un hilo, incluso tu vida si te pones a pensar.

— ¿Me está amenazando?

—No, solo voy a pedirte amablemente que dejes de meterte donde no te llaman, lo que pasó, ya pasó, no le des más vueltas al pasado.

—Eres un hijo de puta, que para colmo tiene una hija, por eso no me atrevo a desear que le pase lo mismo.

—Mira, Matteo, la cuestión es simple, tú dejas de meterte en mi vida y yo, te dejo crecer.

—Sí así de simples están las cosas, yo también voy a hablarte claro, no pienso detenerme hasta que no pagues una a una todas las cosas que hiciste a esas mujeres. Solo estaré tranquilo, doctor, cuando usted no tenga derecho siquiera a ejercer su título de medicina.

—Suerte con eso, muchacho —se puso de pie y palmeó mi nuca antes de salir.

—Idiota.

Mi poco agraciada conversación con Hamilton, me impulsó a llamar a Layla, pues, llevaba más de una hora de retraso a nuestro encuentro. La idea era hablar con ella para que atendiese a Jane, ya que su tratamiento con el anterior terapeuta no dio mucho resultado.

Marqué varias veces a su celular, pero siempre colgaba, así que pedí un café para matar el tiempo en su espera. La cafetería en la cual me encontraba era bastante bonita, de colores cálidos e iluminación amarillenta, que aportaban un ambiente hogareño en medio de tanta modernidad. Por suerte, era poco conocida, así que el cúmulo de personas dentro era bastante irregular.

—Otro café por favor —le pedí a la sociable dependiente.

—Necesitas detenerte —Layla apareció en mi campo de visión y tomó asiento frente a mí.

Cuervo // Vínculo // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora