Capítulo XXXIII

22 9 14
                                    

Jane:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jane:

Subí hacia mi departamento con deseos de un poco de tranquilidad emocional. Tener el teléfono de Cameron era un gran paso, ahora solo debíamos comunicarnos con él y acordar una reunión. Me adentré en mi casa y Travis estaba sentado en la mesa del comedor, llevaba espejuelos en la parte baja de la nariz y una camisa de mangas largas.

Después de pasar tantos días luciendo como un pordiosero, me alegraba verle bañado y bien vestido. Su cabello rojizo volvió a tener brillo y aunque continuaba ojeroso, había un drástico cambio en su semblante.

Me acerqué con cautela hasta donde se encontraba él, pero no fue hasta que dejé caer las llaves sobre la mesa, que no levantó la mirada.

—Yo no sabía que tenía un hermano tan sexy —puse cara de asombro, al ver las venas en sus brazos, cosa que no había notado en todo el tiempo conviviendo con él.

—Ni yo que tenía una hermana tan dulce —sonrió como niño pequeño y movió la silla a su lado para que me sentase.

— ¿Cómo lo llevas? —señalé la laptop frente a él.

—Lo llevo —se encogió de hombros—, la esperanza de que todo mejorará hace las cosas más livianas.

—Pronto estaremos bien.

—Claro —intentó infundirme confianza, pero sabía de sobra lo preocupado que estaba—. Oye, tenía que decirte que Yudy llamó esta tarde.

— ¿Para qué?

—Quiere una fecha para la reunión con el Dr. Hamilton —ya iba a responder, cuando Travis cortó el hilo de mis palabras—. Pero le dije que hasta que no mejore nuestra situación, no voy a exponerte.

—De acuerdo —solté un suspiro de cansancio—, y Travis, tú tampoco deberías andar por ahí, no es seguro.

—Anderson, no salgo sin cuidarme —movió un poco su computador y pude ver un arma sobre la mesa, con la que comenzó a jugar, dándole vueltas en círculos.

—No está mal —la tomé en las manos para poder verla a detalle—, una Glock40-22, sabes que tiene balas de calibre 40 y es bastante usada por las fuerzas policiales.

— ¿Y tú en qué momento aprendiste sobre esto? —se le desencajó la mandíbula.

—A lo mejor a mí nunca me dijeron el por qué o cómo nuestra familia conseguía dinero, pero sí me enseñaron a defenderme —le guiñé un ojo y me levanté de la mesa, para irme a descansar en mi habitación.

—Haz la tarea —gritó mi hermano desde su posición y yo voltee los ojos en blanco.

Una vez dentro del cuarto, me saqué la ropa de clases y quedé en una camisa que le había quitado al ruso, para estar más cómoda. Gracias a que se acercaba el segundo período de exámenes, tenía muchísimo que estudiar y una lista enorme de trabajos por entregar. Así que aproveché el tiempo para sacar algo productivo.

Cuervo // Vínculo // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora