Capítulo VIII

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Jane:

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Jane:

Llevaba una semana ya tomando mis nuevas píldoras y estaba bastante controlada. Una pena que esa estabilidad no iba a durar mucho en mi organismo, pues, había llegado el día de la consulta con el Dr. Hamilton. Ese hombre, que era el causante de muchas de mis pesadillas, de mis miedos al mundo y de mi rebeldía contra mi cuerpo.

Recordaba aquellas sesiones terapéuticas, como una tortura antes de la llegada de la Dra. Brown. Esa señora fue mi amiga y mi sostén durante mi tiempo en rehabilitación. De hecho, tenía cada una de sus características clavadas en mi memoria, sus manos finas, pero dedos largos, nariz achatada y aquella sonrisa ladeada que atemorizaba a cualquier niño, pero a mí, en cambio, me calmaba.

Brown había sido una adicta antes de graduarse como médico, a lo mejor por eso nos entendía tan bien. El problema con ella fue a casusa de sus vicios, fue víctima un horrible accidente donde le tuvieron que reconstruir el rostro.

El sonido del claxon procedente del auto de Yudy, que esperaba abajo, me sacó de mis pensamientos. Tomé mi pequeña bolsa de mano donde guardaba lo básico y salí del departamento, prácticamente corriendo. La amiga de mi madre odiaba los retrasos y yo iba en contra de las puntualidades, he ahí mi dilema.

Caminé hasta la calle, para encontrarme con una Yudy perfectamente vestida y con un maquillaje impecable. El rojo carmín de sus labios, resaltaba el broceado de su piel.

Me ojeó de arriba abajo, pero sin darle mucha importancia a cómo me veía yo a diferencia de ella, abrió la puerta de su coche y se subió por el otro extremo. Lo raro de entrar en aquel auto después de tanto tiempo, fue no encontrarme con dos pequeños detrás, riéndose de cada broma tonta que les contaba su madre.

Supongo que todos habíamos cambiado después de esa noche. Cada uno buscó la manera de ser fuerte como pudo. Ella había dejado de ser la mujer amable, tierna y risueña que llenaba de alegría cada pequeño espacio, para convertirse en un ser firme, recto sin manchas en su estilo de vida.

— ¿Preparada? —me preguntó una vez detuvo el coche, frente a la clínica.

—Supongo —tomé mis manos y las presioné fuerte, una contra la otra en mi regazo—, quiero que todo esto termine ya.

—Tú decidiste que fuera así, Jane— me respondió y sinceramente no estaba segura a qué se refería.

Yo había sido la causante de tantas desgracias y las personas a mi lado siempre se encargaron en recordármelo. La expresión en los ojos de ¨fue tu culpa¨ era tan común para mí, como la caricia que solían darme mis padres en la noche

Entramos a aquel lugar, que no había cambiado nada desde que me marché. De hecho, la silla en la que solía sentarme a llorar desconsoladamente cuando todos se iban, aún tenía la J de mi nombre escrita con Sharpie.

Esta vez, había más asientos de los que memorizaba en aquel reducido espacio. Lo único que, al parecer se mantenía como tradición, era el hecho de que todos siempre llegaban tarde, aunque he de admitir, que siempre fui yo quien entraba dos horas después.

Cuervo // Vínculo // ✓Where stories live. Discover now