One Shots Maylor

So beautiful | Maylor|

Es el gran día. Desde hace meses la idea ha venido rondando por su cabeza y el deseo de hacerlo lo más pronto posible llegó aquella cálida noche de verano, cuando compartieron su primer fin de semana juntos fuera de la ciudad:

La imagen de sus espesos rizos negros y su piel de marfil brillando fulgentes bajo la luz de las estrellas que, con embeleso, admiraban recostados sobre la espesa capa de pasto mientras sus manos movían delicadamente las suyas mostrándole las constelaciones, dibujándolas juntos. De inicio a fin, de punta a punta. Cada suave trazo imaginario hizo a su corazón acelerar y bajar el ritmo como el compás de una sinfonía cuyo éxtasis llegó en el instante en que sus preciosos ojos de color avellana abandoraron la bóveda estelar, se posaron en él y, con la suave voz de terciopelo que lo caracterizaba, le susurró: "ninguna es más hermosa que tú. Tú eres mi estrella favorita" para de inmediato acabar con la diminuta distancia que había entre ambos y fundir sus labios en un tierno beso.

Supo que quería diseñar estrellas con él mientras la vida les alcanzara. Y, después, continuar haciéndolo en la eternidad.

No había más que pensar ni tiempo que esperar.

La mañana transcurre lenta, jamás el correr de las horas le ha parecido tan insoportable. El agua tibia siempre ha sido su aliada cuando de relajarlo se trata. Se dirige al baño, con calma se deshace de la pijama y entra a la regadera dejando que la calidez del agua se lleve con ella su inquietud. Respira profundo cada tanto mientras las tibias gotas recorren cada centímetro de su piel.

Se permite quedarse ahí unos diez minutos más de lo habitual, en medio del agua que danza de un lado a otro. El tiempo no es problema; su ansiedad lo hizo despertar un par de horas antes para de inmediato pensar en los posibles escenarios, en cuál sería el momento indicado. Y sobre todo, en la respuesta. Deja de planear y prefiere dejar todo en las manos de la improvisación.

Sus mejores momentos han sido los que llegaron sin planear; los que la casualidad y el azar movieron como hojas en el viento.

Sabe que su corazón le dirá cuál es el momento adecuado.

Sale de la ducha con una diminuta toalla atada a su cintura y, dudoso de vestirse desde ese instante, prefiere ir a tomar el desayuno usando solo la ropa interior.

Baja a la cocina y come con calma. Mira el reloj y este parece burlarse de su inquietud yendo cada vez más lento. Bufa desesperado.Termina el desayuno, lava los trastos y masculla alguna maldición al ver que solo han pasado veinte minutos.

Con pereza va hasta la sala, se tumba pesadamente en el sofá y toma su celular que descansaba sobre una de las mesitas de los costados. Abre la galería de fotos y una sonrisa boba curva sus labios de precioso color durazno. Ahí está parte de su vida. De la que desde hace poco más de cinco años se volvió más cálida, más colorida. La vida que Brian May con sus acciones; con su sonrisa; con su mirada tierna y soñadora; con cada caricia; con cada beso; con cada "te amo", transformó en un sueño hecho realidad. La vida que quiere para el resto de su vida.

Y mientras pasa una a una las imágenes que él y su novio protagonizan, sus ojos se vuelven más pesados. Nunca ha sido un madrugador nato y el haber despertado tan temprano comienza a hacer estragos. El celular cae al suelo pero ni el estruendo que al estrellarse provoca evita que se sumerja en un profundo sueño.

. . .

Un insistente y molesto sonido lo hace abrir los ojos. Lo hace poco a poco, levantando los párpados sin muchas ganas y frunciendo el ceño a causa de la luz del día que es más intensa y se cuela por entre las cortinas. El sonido no cesa y se frota el rostro en un intento por espabilarse. Entonces lo recuerda, recuerda qué día es y el hueco a su estómago vuelve. Sus ojos se abren al máximo y cae en cuenta de que el sonido que se vuelve más insistente es el timbre de la puerta. Niega e, importándole poco seguir en ropa interior, va a abrir la puerta.