Fate/Breuddwyd Annherfynol: El Rey del Fin

Sección 3: La Luz que Brilla en la Oscuridad.

Los sueños que se alzan hasta el cielo, sueños que van más allá de las estrellas, aunque la oscuridad intenta mancillar su luz, siempre se mantienen brillantes e indomables ante el mundo, puede que sean mermados o oscurecidos pero jamás perdidos, siempre estarán allí aunque las esperanzas en nuestros corazones parezcan perdidas, permanecerán para nosotros en nuestras almas.

Eso fue lo que aprendí al ver esa espada, esa verdad que hay en el fondo de lo que llamamos humanidad, aunque posean oscuridad en sus seres ese brillo siempre permanece.

Todo arde, las esperanzas desaparecen mientras los gritos se escuchan traídos por el viento, una vieja reminiscencia de lo que se perdió.

La oscuridad lo devoraba todo y no parecía tener un fin, ¿que debía hacer?, el dolor llenaba mi alma, mi existencia mientras todo lo que conocía se caía a pedazos, aún así me mantuve de pie, no se porqué pero en mi corazón sentí que había algo que debía hacer, pero que podía ser, cada pregunta que me hacía resultaba sin ninguna respuesta, ¿Por que seguía de pie?, ¿Por qué simplemente no me rendía?, ¿Por qué no mejor morir?, Eso seria lo más fácil en esta situación, ya no más dolor simplemente desaparecer.

Pero recordé…

“Axel Velvet, por una extraña razón siento que no suena mal, aunque probablemente ella me fastidie por esto”

“Mmm, así que tú eres su hijo, bien si mi hermano decidió cuidar de ti entonces me puedes llamar Tía”

“Quien diría que alguien tan tímida como ella tendría un hijo, te pareces demasiado a tu madre"

“Sabes Axel, me ayudaste cuando más lo necesitaba, así que mientras este en mi poder te ayudaré en lo que necesites"

“Sabes, eres mi amigo así que te apoyaré aunque parezca que todo se vea mal, después de todo soy un caballero y siempre cumplimos nuestra palabra”

Hay lo recordé, mi razón de mantenerme de pie en este infierno, la razón de porque seguía avanzando.

Deje de sentir dolor, el calor de las llamas ya no me lastimaba, un sentimiento calido empezó a llenar mi alma y cuerpo.

La Oscuridad se detuvo y voltio a mi dirección, la escuché rugir en cólera mientras se dirigía hacia mi pero no sentí miedo así que seguí avanzando, entonces cuando estaba cerca una luz hermosa empezó a formarse en mi mano, no llamarlo hermoso es un insulto, no tiene comparación a esa palabra y en ese instante escuché en un susurro que parecía traído por el viento...

“Di su nombre”

Esa voz, tan suave y calmada, como el agua tranquila, era hermosa como una canción, al escuchar esa simple frase de alguna forma había entendido lo que me había dicho, sabía a lo que se refería, después de todo, siempre supe su nombre.

Mis manos se alzaron mientras la luz tomaba forma en ellas, la sujeté y en ese momento mientras escuchaba el Canto que resonaba de su luz, bajé las manos con toda mis fuerzas, con toda mi voluntad y entonces grite su nombre…

“¡EXCALIBUR!”