𝗦𝗘𝗜𝗦

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—¿Dijiste algo? —preguntó Donghyuck confundido, los enormes ojos cafés frente a él lo miraron igual de abiertos.

—Pregunté que demonios están haciendo —volvió a hablar la voz, y esta vez Donghyuck sintió como si un balde de agua con hielos le hubiera caído encima.

Su corazón comenzó a bombear, abriendo sus ojos con terror, lo que causó de nuevo la risa estruendosa de Yangyang.

Donghyuck volteó su cabeza casi como un robot hasta ver la enorme silueta cerca de la puerta. Los ojos negros del señor Seo lo veían de regreso, fríos y completamente obscurecidos. Casi pudo sentir como le faltaba el aire y odió sentirse aún un poco embriagado pues su cuerpo entero reaccionó al mandato de su voz, haciendo un escalofrío recorrer su columna.

No, por favor.

Donghyuck se quedó estático viendo hacia el mayor, como si la mirada del hombre le provocara una parálisis corporal. El señor Seo lo observó por unos segundos antes de dirigir su mirada al cuerpo bajo él, entonces un poco de conciencia regresó a la mente de Donghyuck llevándolo a quitar la mano de la boca de Yangyang como si esta quemara.

El chico levantó la cabeza para ver lo mismo que Donghyuck estaba observando, el señor Seo aún en silencio recargado sobre el marco de la puerta. Yangyang parpadeó intentando enfocar su vista en aquella silueta que se movía de un lado a otro de forma graciosa y una vez pudo reconocer de quien se trataba no le bastó más de un segundo para girar del rostro serio de su padre al rostro de pánico total de Donghyuck y así dejar caer su cabeza sobre el colchón rompiendo a reír cual poseído.

Donghyuck lo observó asustado, su corazón comenzando a acelerarse por lo que el señor Seo les fuera a decir al ver a su hijo en tan mal estado.

Maldita era su suerte ¿Es qué Yangyang se había empinado la botella completa?

—Nos cacharoooon~ —canturreó Yangyang divertido entre cada carcajada mientras se removía sobre el colchón. Donghyuck regresó la vista hacia la puerta, comenzando a sudar frío por los nervios.

El señor Seo arqueó una ceja viendo fijamente el cuerpo de su hijo vibrar por las carcajadas para luego comenzar a toser sin control. Donghyuck nunca había deseado ser engullido por el suelo como en ese momento.

Los orbes obscuros regresaron a Donghyuck en una pregunta silenciosa sobre lo que fuera que tuviera a su hijo así, y si era sincero, no tenía ni idea de por qué era que Yangyang se encontraba tan ido. Cuando se emborrachaban, por más alcohol que tomaran Yangyang solo llegaba a vomitar o casi orinarse encima (porque ebrio se volvía una maquina de pipí incontrolable) y sobretodo le entraba un hambre tremenda. Yangyang nunca se ponía tan mal hasta el punto de ahogarse con su propia saliva, eso le generaba más pánico a Donghyuck.

Entonces el hámster en su cabeza comenzó a correr, rememorando los cortos periodos de tiempo que recordaba de tan solo unas horas atrás, intentando encontrar algo que le pudiera dar una respuesta, hasta que un recuerdo fugaz en específico apareció al fondo de su mente, casi parándole el corazón.

Sus ojos viajaron hasta el primer soporte del mueble de Yangyang, justo donde un muñeco lego se mostraba decapitado. Casi como si se tratara de flashes en su cabeza los recuerdos llegaron y con ello un amargo sabor de boca. Ellos habían comprado marihuana a aquel chico japonés de últimos grados, más por diversión que por curiosidad y solo habían ponchado una mínima parte, lo suficiente para hacer medio cigarrillo y fumarlo en el lugar más alejado que habían encontrado. Todo para que con la primera calada lo botaran a quien sabe que parte, después de eso Yangyang había guardado el resto dentro del muñeco lego que había armado. Ellos incluso habían olvidado por completo aquello ya que habían transcurrido más de tres meses desde que había pasado, si bien recordaba.

Oh bueno, quizá solo él lo había olvidado.

Donghyuck iba a morir. Moriría sin cumplir su más grande deseo de conseguir esa photocard de edición limitada de Hendery con sus orejitas de gatito.

Así que carburando a la máxima potencia se inventó una excusa para intentar salvar en lo posible a su amigo y a él, por supuesto. Pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta al abrir la boca, pues sintió cierta presión en una parte muy peligrosa de su cuerpo, considerando el estado en el que se encontraba.

—Hyuckiii~ Tu trasero de verdad es demasiado gordo —habló Yangyang, arrastrando la lengua para después dejar caer ambas manos sobre las mejillas traseras de Donghyuck con un ruido seco que hizo saltar al contrario.

Los ojos de Donghyuck no pudieron abrirse más de la impresión, su saliva quedándose atascada en su garganta al intentar respirar. El brillo en los ojos frente a él hicieron que se sintiera perdido.

—¡Yang! —gritó Donghyuck, completamente descolocado por las manos que comenzaron a moverse sobre su trasero.

—Ummm~ Grandeee~ —balbuceó Yangyang, moviendo sus manos arriba y abajo para después darles un apretón que llevó al cuerpo de Donghyuck a sacudirse.

Donghyuck se quedó estático en su lugar, sintiendo los roces y apretones de Yangyang sin saber que demonios estaba pasando, su cerebro sufriendo una especie de desconexión que solo le llevó a observar con los ojos abiertos a tope la sonrisa estampada en el rostro frente suyo.

Jamás olvidaría el rostro de satisfacción de Yangyang.

Intentó moverse después de unos segundos en que su cerebro al fin pudo hilar la orden a sus extremidades, más una fuerte nalgada interrumpió su cometido, y quizá fue su aún estado de embriagues aunado a que había pasado bastante tiempo desde la última vez que lo habían tocado de esa forma que no pudo evitar el gemido que salió de sus labios.

¿Por qué el mundo se empeñaba en hacerlo pasar vergüenzas?

—¡Oye! —el grito de Yangyang fue lo que lo sacó de sus pensamientos. Entonces pudo dejar de sentir la presión sobre su trasero.

Parpadeando para salir de su estupor al ver como el cuerpo de su amigo era jalado sobre el colchón hasta quedar alejado de él, entonces pudo ver como la mano de Yangyang era sostenida por una mano más grande. Donghyuck siguió la extensión de piel hasta dar con el rostro del padre de su amigo.

El señor Seo veía a Yangyang con una mirada que no supo cómo descifrar.

—Estaba divirtiéndome —balbuceó torpemente Yangyang, haciendo fruncir aún más el ceño del señor Seo. —Siempre me arruinas la diversión con Hyucki.

—Cállate de una maldita vez si no quieres caminar a la escuela por el resto de tu vida de estudiante mediocre. —el puño del señor Seo ejerció presión sobre la muñeca contraria causando que Yangyang hiciera una mueca de incomodidad. —Te he soportado varías Yangyang, pero esta vez colmaste mi paciencia.

Donghyuck tragó grueso al escuchar la orden en la voz del mayor, y fue testigo de como cualquier atisbo de habla o burla quedó estancado en la garganta de su amigo.

—Vamos a que te bañes, apestas a mierda. —gruñó el mayor, jalando a Yangyang con la suficiente fuerza para ponerlo de pie. Los ojos obscuros moviéndose hasta el cuerpo tembloroso sobre el colchón —Tú, a mi despacho —ordenó.

Y arrastrando el cuerpo de Yangyang desapareció tras la puerta del baño, bajo la mirada pasmada de Donghyuck.

Su noche se había ido a la mierda.

•••

—Mon

𝑽𝒐𝒍𝒄𝒂𝒏𝒐 🍑 𝐽𝑜ℎ𝑛ℎ𝑦𝑢𝑐𝑘Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon