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La tarde del sábado llegó y Donghyuck se encontraba empacando lo necesario para pasar ese día y el siguiente en la casa de Yangyang. Metió un par de camisas y dos pijamas ya que no terminaba por elegir solo una, también metió ropa para salir de noche. Ellos quizá podría intentar ser serios pero Donghyuck se conocía demasiado, así como conocía demasiado a Yangyang, por lo que no estaba de más ser precavido. Él enserio quería pensar que la cosa saldría bien pero si debía ser sincero no creía que pudieran pasar más de dos horas estudiando.

Los dedos de Donghyuck tamborilearon sobre su pierna, sus ojos observando el contenido en la maleta perdiéndose en sus pensamientos. A pesar de que Donghyuck y Yangyang inevitablemente pasaban la mayor parte de su tiempo juntos, Yangyang era quien se la pasaba en la casa de Donghyuck, principalmente porque era el único de los dos que tenía coche (porque el chico tenía dinero) y para Donghyuck era más tedioso usar el transporte público todo el tiempo, sin contar que la mayoría de veces salían hasta tarde y la idea de vagar por la noche completamente solo por la calle no le agradaba para nada a su amigo y a decir verdad a él tampoco. Así que Yangyang iba a su casa casi siempre, hasta su madre ya lo trataba como un hijo y hasta mejor que a él si debía decir.

Donghyuck mordió su labio inferior. Claro que también había veces en las que él iba a casa de Yangyang. No eran muchas pero si las suficientes para conocer su maldita casa llena de lujos que gritaba la palabra "dinero" por todos lados. Estaba bien, Donghyuck sabía que la familia de Yangyang tenía dinero, él estaba bien con eso. A pesar de que su propia familia no tenía ese nivel económico nunca había experimentado la escasez de nada y estaba agradecido por ello. Lo que lo hacía más sencillo era la simpleza que había en la persona de Yangyang, el chico nunca alardeaba de su dinero y a duras penas hablaba sobre ello o sobre él. Así que Donghyuck no se sentía incómodo o como un pobretón por estar en su casa de revista. No, el problema era otro y tenía el mismo apellido que su amigo.

El señor Seo.

De solo pensar ese apellido el cuerpo completo de Donghyuck temblaba de escalofríos. No había mucho que decir del padre de su amigo, solo que era uno de los hombres mejor colocados en todo Corea. El señor Seo era el Gerente de uno de las agencias de comercio más importantes con sedes en Busan, Seoul y algunas otras en países como Estados Unidos, Francia y China. Donghyuck no lo entendía bien a decir verdad pero la empresa era como una especie de corporativo con pequeñas empresas hermanas en varias partes del mundo, todas bajo el mismo denominativo y para la suerte de su amigo, el señor Seo era el encargado de la sede en todo Surcorea. El hombre estaba forrado de dinero y al ser Yangyang hijo único y el señor Seo ser un hombre viudo, todos los lujos los terminaba disfrutando completamente Yangyang.

Pero a pesar de ello, su dinero y fama no eran lo que ponía los nervios en punta de Donghyuck. Lo que realmente lo ponía tenso era, bueno, el señor Seo en sí. Había compartido varias cenas con Yangyang y su padre, incluso en los cumpleaños de su amigo y algunas fiestas ocasionales de la empresa donde trabajaba a las cuales Yangyang lo obligaba a ir para no estar solo.

Si pudiera nombrar al señor Seo en una palabra sería Poder. Desde los pies a la cabeza el señor Seo era un tanque de guerra, estúpidamente alto y malditamente sexy. Su cabello castaño obscuro, corto y perfectamente peinado siempre, su complexión perfecta de hombros anchos y brazos fornidos, esa obsesión por usar trajes ceñidos a su figura que lo hacían lucir como un adonis, su voz profunda y ronca que le erizaba los vellos de todo su cuerpo con solo decir una palabra y sus ojos, esos ojos obscuros y fríos que tenía. Era como si el hombre estuviera listo para matar, siempre observando todo, hasta el más pequeño detalle.

Quizá era por su trabajo lo que lo había vuelto tan meticuloso pero a pesar de eso, de la seriedad y formalidad del hombre en todo su ser, era como si existiera algo más ahí, algo escondido en lo más profundo de su ser. Donghyuck lo veía siempre en su mirada, era como si el señor Seo escondiera algo de todos y eso solo volvía al hombre jodidamente más caliente.

Donghyuck como que tenía un tonto enamoramiento hacia el padre de su amigo. Aunque no creía que la palabra amor realmente entrara en el sentimiento. Era más como una atracción, una que pensó sería pasajera pero entonces ahí se encontraba, después de cinco años aún temblando con solo ver al hombre respirar. Eso era lo que de verdad hacía sentir incómodo a Donghyuck y el porque terminaba mintiendo la mayor parte del tiempo para alejarse en lo posible del hombre.

Porque a pesar de que se decía una y otra vez que eran solo pensamientos hormonales tontos, no podía evitar querer estar cerca del señor Seo y cuando menos lo pensaba ya se encontraba viendo sus brazos y su cuerpo, fantaseando sobre cómo se sentiría ser sometido y jodido por un hombre como él. Seguro le gustaría ser rudo, sin delicadeza y ese pensamiento lo ponía tan caliente porque a él le gustaba que sus amantes fueran exactamente así. Él estaba bien con ser tomado fuerte, que lo azotaran un poco, sentir su cabello siendo jalado mientras lo jodían por el culo fuerte y duro, haciéndolo gritar.

Donghyuck tuvo que reprimir un gemido por todo lo que traía a su mente el solo pensar en el padre de su amigo. Así como tuvo que cerrar de una la maleta, casi agarrándose el dedo con el zipper al escuchar el claxon de un vehículo afuera de su casa.

Bajó corriendo las escaleras, despidiéndose de su madre con un corto adiós y un beso a distancia antes de salir por la puerta y entrar al vehículo.

Yangyang le sonrió desde el asiento del conductor, arrancando el auto una vez Donghyuck hubo cerrado la puerta.

El fin de semana estaba por comenzar.

...

—Mon

𝑽𝒐𝒍𝒄𝒂𝒏𝒐 🍑 𝐽𝑜ℎ𝑛ℎ𝑦𝑢𝑐𝑘Where stories live. Discover now