𝗖𝗨𝝠𝗧𝗥𝝝

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Donghyuck no pudo evitar tensarse en el segundo en que escuchó como alguien ingresaba a la casa. Sus ojos viajaron por inercia al rostro de su amigo donde la sonrisa burlesca de Yangyang lo recibió.

Sintió como si el tiempo comenzara a pasar lentamente, la incomodidad (que estaba seguro sólo era de su parte) en el aire provocando que sus dedos quedaran fijos en la hamburguesa sobre su plato. Mordió su labio sintiendo el golpeteo en su pecho. Donghyuck sabía incluso antes de mirar por sobre su hombro perfectamente de quien se trataba.

No faltó ni dos segundos más para que Yangyang le confirmara lo que no deseaba oír.

—Hola papá. Creí que vendrías más tarde.

Donghyuck apretó la mandíbula ante el tono cantarín y de burla de Yangyang. El maldito lo estaba haciendo a propósito, no entendía cual era el afán de su amigo en hacerle incomodar con respecto a su padre. No era divertido, al menos no para Donghyuck, y dudaba que fuera siquiera relevante para el señor Seo quien no le prestaba más atención que la debida y a duras penas. Más para regañarlos por ensuciar algo que para preguntar por cualquier cosa sobre ellos. De todas formas no podía enojarse con Yangyang cuando ni él mismo podía controlarse frente a su padre, para Yangyang era divertido verlo morirse de incomodidad y miedo cerca del hombre, quizá porque para Yangyang Donghyuck le tenía "temor" como él decia a veces. Estaba seguro que si Yangyang supiera la verdadera razón tras su incomodidad, entonces no le causaría tanta gracia.

Donghyuck dirigió la mirada al suelo intentando lucir lo más casual posible. Era así, siempre que el señor Seo estaba cerca de ellos, Donghyuck se limitaba a ver el suelo y hablar únicamente cuando era necesario.

El hombre cerró la puerta tras de sí antes de voltearse por completo y Hyuck no pudo ser consciente del momento en que sus ojos dejaron de observar la alfombra importada y pararon sobre el enorme pecho fornido frente a él cubierto por una camisa blanca, sus ojos se movieron por todo el lugar admirando el pequeño rastro de piel que dejaba entrever los tres botones desabrochados a inicio. Casi pudo sentir saliva escurrir por su mentón, hasta que a mitad de su escrutinio se topó con dos ojos negros que lo veían de regreso.

Donghyuck tragó en seco, sintiendo como esa sensación de calor infernal en sus mejillas aparecía sin poder evitarlo. El hombre en comparación siguió igual de apacible, sin mostrar ni un rastro de... bueno, nada.

Ese era el señor Seo, el padre serio, indescifrable e increíblemente intimidante de su amigo, con el que fantaseaba en su mente. Nada más que eso, porque la realidad estaba tan lejos a sus pensamientos.

—Buenas tardes, señor Seo —saludó Donghyuck de forma educada, bajando su mirada completamente avergonzado bajo la vista del hombre.

Los ojos fríos lo observaron en silencio por apenas unos segundos más viendo al menor hacerse pequeño en su propio lugar, y apenas movió su mirada se topó con dos orbes similares a los suyos que lo veían con una ceja enarcada desde el otro lado del sofá.

Restándole importancia, la mirada del hombre bajó al revoltijo de envolturas que había en las piernas de ambos.

—Veo que no saben usar el comedor —habló fuerte y grave. Y a pesar de sólo haber sido un simple comentario la mente de Donghyuck lo sintió como una reprimenda disfrazada.

—Compramos una de más —y Donghyuck de verdad que no entendía como su amigo podía pasarse siempre esos comentarios por los huevos —Por si quieres una. Esta en la cocina.

El señor Seo enarcó una de sus cejas antes de pasar frente a ambos, cargando su maletín y su saco en uno de sus brazos. Donghyuck se preguntó qué se sentiría ser follado por el señor Seo usando sólo su saco. Dadas las medidas del hombre y su escuálido cuerpo en comparación, el saco le quedaría enorme, quizá lo suficientemente largo para que al inclinarse sobre su escritorio quedara su trasero al descubierto.

—Esa comida solo les restará años de vida —habló, moviéndose elegante por la sala hasta depositar sus cosas sobre la mesa del comedor —Si quieren morir antes no me metan en sus decisiones.

La estruendosa carcajada que soltó Yangyang solo sirvió para hacer que la incomodidad subiera por su cuerpo. No pudo evitar sentirse avergonzado y de alguna forma culpable por estar ingiriendo su hamburguesa. ¿Era muy tonto el poder que tenían unas simples palabras sobre él?

—Eres un aburrido —habló Yangyang con la boca llena. Donghyuck le dio una mala mirada a la par que envolvía su hamburguesa mordisqueada. Más Yangyang solo cuadró sus hombros para seguir comiendo cual cerdo.

—Traga antes de hablar, por Dios —dijo el señor Seo, dándole una mirada irritada a su amigo — Te pondrás gordo si sigues consumiendo pura porquería.

—Llevo desde que murió mamá consumiendo pura porquería y no he engordado, es obvio que me quedare así toda la vida —dijo Yangyang con tono neutral. Donghyuck guardó su hamburguesa en la bolsa donde venia empaquetada haciéndose chico en su lugar. La familiaridad con la que su amigo hablaba de su madre muerta le hacía sentir incómodo, no podía entender como es que fuera algo tan natural para su amigo al expresarse como si estuvieran hablando de un objeto sin importancia. Si su madre hubiera muerto Donghyuck lloraría siempre al recordarla, aunque no conocía la relación que pudo haber tenido su amigo con su madre, el solo estar en esa casa y la actitud del señor Seo sobre el tema siempre hacían parecer que nunca existió una señora Seo.

—A comparación de Donghyuck que le crece cada vez más el trasero.

Donghyuck aún un poco ido por sus pensamientos asintió a lo dicho por su amigo, percatándose segundos después de las palabras dichas. Entonces el rubor subió a sus mejillas en cuestión de nada.

—¡Yang! —gruñó, dándole un manotazo y no pudiendo evitar que su mirada se escapara hacia el cuerpo imponente al fondo de la sala. El señor Seo seguía con su expresión indescifrable pero esta vez Donghyuck pudo ver ese característico brillo en su mirada. —No estoy engordando, son mis pantalones que se encogen por que mamá los lava en la lavadora —se justificó.

—Por Dios Hyuck, tú trasero cada vez está más gordo —se burló Yangyang, recibiendo una mirada de advertencia de parte de Donghyuck —Y lo sabes, como todos en la escuela te miran el trasero con ganas de tenerlo en la cara.

Y eso fue suficiente para sentir su rostro completamente en llamas.

—¡Cállate! —gruñó, aventando lo primero que sus manos pudieron tomar, entonces la risa de Yangyang fue detenida por un cojín estampándose en su rostro. —Eres un imprudente —habló bajito, intentando que solo ellos dos escucharan.

Los insultos de su amigo no se hicieron esperar hasta que un carraspeo interrumpió la lengua filosa de Yangyang.

—Estaré en mi despacho, limpien todo lo que ensucien.

Y sin decir más el señor Seo se fue de la sala, dándole a Donghyuck una vista de su espalda ancha.

Dios, como deseaba a ese hombre.

•••

—Mon

𝑽𝒐𝒍𝒄𝒂𝒏𝒐 🍑 𝐽𝑜ℎ𝑛ℎ𝑦𝑢𝑐𝑘Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz