Capítulo 21

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A pesar de todo, se había quedado a dormir. De nada habían servido sus palabras de negativas emitidas en enunciados cortos sin verbos. Él había podido ver cómo sus ojos refutaban sus palabras, cómo su voz se apresuraba rápido a extinguirse en cada rechazo como si temiera que él atrapara la verdad que sus palabras llevaban a escondidas. Era un hombre atractivo sin duda, el primer hombre atractivo que se fijaba en ella de ese modo. Para Matilde era una situación aislada de todas las otras vivencias previas en su vida ante la cual no tenía ninguna herramienta para apañárselas. Ahora que era ella, una profeta de multitudes, había muchos que querían obtener algo más que su guía hacia Persépolis. Pero él era el que más cerca estaba. Ella lo había permitido. Y esa noche que la llevó hasta su departamento, le pidió quedarse a dormir. Matilde sabía lo que significaba ese simple pedido. Viniendo de un hombre como él, tan cerca de ella. Ese hombre de manos grandes, de hombros tan anchos que cuando estaba a su lado Matilde creía que un edificio había emergido de la nada para ocultarle el sol. Matilde sabía que sus repetidas palabras de excusas no eran nada creíbles. Sonaban a una vergüenza detrás de la cual resonaban los tambores del deseo. Y allí estaba él. Se había quedado con una remera blanca y sus pantalones sin cinto, con sus pies descalzos sobre el suelo de cerámicos rojos del departamento. Le estaba preparando un estofado de spaguetti. El aroma de la salsa, la cebolla y los pimientos hacía que Matilde estuviera cerca de él, contemplándolo cómo cortaba los ingredientes de un plato que ella iba a probar y que no había sido preparado por sus manos o las de su madre, sino por la de un hombre que le había pedido quedarse a dormir con unos ojos que la soñaban despierto.

Le dieron un casco a Samantha y a Tate. Los dos John también se los habían calzado en sus cabezas. Tenían otro más por si hubiese ido Dixie con ellas pero la directora del circo de granja estaba de gira con sus animales, sus payasos y sus acróbatas. KillerMonkey se había instalado con sus tres computadoras contra uno de los extremos de la sala de estar de John. Los sillones y los muebles que estorbaban fueron llevados a un rincón y depositados de tal forma que parecía que en la casa se iba a iniciar una mudanza. En el centro de la sala, estaban los que iban a ingresar al universo virtual creado por KillerMonkey. Hasta el momento, Samantha solo veía un vacío de color verde que estaba en todas partes. Después oyó un sonido, como el silbido de una pava después de que el agua en su interior rompiera el hervor, pero proveniente del otro lado de un grueso muro. Enseguida, del mundo verde, pasó al blanco pero este no estaba vacío. Al principio pensó que eran tuberías, como el protector de pantallas de una computadora en los viejos sistemas operativos, pero después comprendió que se trataba de otra cosa. Eran largos tubos de un blanco un poco más oscuro que el entorno que los rodeaba. Pero también se veían como raíces tubulares cuyo exterior se movía como si por dentro estuviese fluyendo algo. En algunos puntos, estos tubos se anudaban, engrosando sus dimensiones para continuar luego en una dirección diferente, o bien se producía una bifurcación o hasta una trifurcación por lo que Samantha podía ver. Se miró su cuerpo debajo de su cuello. Sus piernas y sus pies estaban enfundados en un traje azul entero, como un buzo o el uniforme de un navegante espacial. Al lado de ella estaba Tate. El rostro no era el de Tate, sino el de una mujer calva con facciones de maniquí. Del otro lado, los dos John, embutidos en su enterizo azul no presentaban rasgos que lo diferenciaran de Tate y suponía que también de ella misma. Todos estaban flotando. Sus cuerpos levitaban con ese vaivén entre ascenso y descenso tan característico de los espectros en los dibujos animados. Las raíces tubulares parecían no tener fin. Se extendían en todas direcciones, sin provenir de ningún sitio, ni dirigirse a ningún punto en particular.

—Este es el lugar intermedio del portal —dijo John del presente, enfrente de Samantha y Tate—. KillerMonkey lo creó siguiendo las indicaciones y especificaciones de John del pasado. Como pueden ver no tiene mucho sentido, ¿no les parece? Es como si John se hubiese golpeado la cabeza y hubiese experimentado una visión demencial. O bien, que John se hubiera pegado un viaje de LSD y nosotros estuviésemos tan locos como él para seguirle el juego.

—¿Puede haber algo de cierto en eso? —preguntó Tate, cuyos pies se movieron como si caminara pero al quedar inclinada en un ángulo extraño con respecto a los demás, se asustó y se permaneció quieta hasta volver a recuperar su posición normal.

—No, Tate —rio John del pasado—. Lo único que he probado en mi vida fueron un par de cigarros de marihuana pero en las dos ocasiones me produjeron un mareo que dio por finalizada mi relación con cualquier tipo de sustancia.

—Lo mismo digo yo —señaló John del presente—. Esa relación jamás se reanudó en lo que siguió de vida.

—¿Es este el lugar que has estado viendo todo este tiempo, John? —preguntó Samantha, inclinando su cuerpo hacia adelante sin usar sus pies ni sus piernas. Se trasladó de un punto a otro como si estuviera hecha de vapor.

—Muy bien, Samantha —se oyó la voz de KillerMonkey—, ya has pillado el movimiento.

—Nunca supe lo que estaba viendo realmente, Sam —confesó John del presente—. Eran sombras uniformes vistas detrás de un telón blanco. Juegos de luces. Y sobre todo, esa criatura, como unas líneas autónomas que formaran algo imposible de asociar con otra cosa conocida. Pero John del pasado sí lo vio. Estuvo en este sitio y escapó. Gracias a eso, podemos ver la representación que KillerMonkey hizo de ese lugar. Según John es bastante fiel al original.

—¿Y de qué nos sirve saber esto John? —Samantha descendió hasta casi tocar con sus pies uno de esos tubos blancos.

—Son túneles —dijo John del pasado—. A través de ellos, la criatura se mueve por este vacío, sin tiempo ni espacio, de acuerdo a lo que John del presente pudo deducir.

—No es un lugar al que la materia, como nosotros la conocemos, pueda acceder, a pesar del traspaso de los viajeros del portal. Todos vimos en qué estado llegaron sus cuerpos. Dada la naturaleza del embudo del portal, supongo que sería la única manera para que un lugar o no-lugar de estas característicasentre en contacto con el mundo material. De lo contrario, jamás hubiésemos tenido noticias de él.

—No entiendo —la voz de Tate era imperativa, como si se afanara con sus propios recursos para seguir el razonamiento de John, sin que el sentido global del mismo acabara por convencerla—. Si no es un lugar para la existencia de la materia, cómo es que vemos estas cosas, estos túneles suspendidos en el espacio. ¿No están hechos ellos de materia? ¿No los vio John del pasado cuando estuvo dentro del portal?

—Aquí es donde se pone bueno —John del presente dio tres vueltas completas en sentido vertical como muestra de que aquello le fascinaba—. Lo que John vio, lo que seguramente vieron todos los que salieron con vida del portal, ocurrió en la dimensión del pensamiento. Me atrevo a decir que estos túneles blancos son la representación que su mente hizo de algo que no tenía una forma definida, adaptándolo a un entorno físico que el pensamiento sí pudiese procesar. O tal vez, es la imagen creada por la combinación de este no-lugar con la parte de nosotros que no es materia.

—¿Me estás hablando del alma, Johnny? —Samantha enarcó las cejas, aunque su avatar sin expresión no movió el menor músculo facial.

—Creo que en este punto, los nombres demuestran inequívocamente su naturaleza arbitraria. Llamémosle alma, espíritu, neuma, psique, mente. Lo que sea, es una parte que no depende de la materia para existir, y por lo tanto ninguno de los sentidos que sirven para percibir la vida del mundo físico puede captar esa realidad, por llamarla de una forma. Pienso, que ese lugar intermedio, ese vacío del tiempo y el espacio, donde la vida tiende a desaparecer como casi lo hizo en los cuerpos de los viajeros, es otra dimensión a la que ellos solo pudieron acceder con esa parte que aparentemente, según lo que ha experimentado John, prescinde de la materia. Y en esta región, la criatura que hizo estos túneles, se alimenta de algo que nosotros producimos. Y ahora vamos a ver de qué se trata.

Túneles Blancos - Capítulo 1Onde histórias criam vida. Descubra agora