Capítulo 7

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—Luego del baño de sangre de mil novecientos ochenta y cinco, el tiempo sufrió un cambio pero nuestro presente no cambió de manera radical del modo en que un viejo lector de ciencia ficción lo hubiese pensado. Los acontecimientos presentes continuaron corriendo como siempre, excepto que el tiempo mental que transcurre en cada individuo se desdobló, transcurriendo ambas líneas simultáneamente.

—Eso es lo que no entiendo —dijo Samantha dejando que el humo del cigarrillo se colara entre las palabras—. Si el baño de sangre no produjo un futuro diferente en el que ambos estemos viviendo, ¿cómo podemos aceptar que lo que ocurrió luego tenga otra historia distinta si en apariencia es la misma?

—Tú misma lo dijiste —rio John, meciéndose en una silla reclinable que Samantha le había comprado para que no se viviera cayendo mientras pensaba o discurría sobre algún asunto—. En apariencia. De algún modo, los acontecimientos en el futuro se dispusieron de tal manera para que nuestro presente no cambiara, aunque sí la historia de este. La oficial, claro, porque la anterior continúa corriendo en paralelo a esta en nuestra mente.

Los dos habían vuelto a la casa de Corin y Theroy hacía dos horas. Los de limpieza habían hecho un excelente trabajo. La higiene del lugar era perfecta. Por más que Samantha se esforzó por encontrar algún tramo con vestigios de la explosión, no pudo hallar la más insignificante mácula de sangre. Las tres semanas y media habían sido necesarias y aunque habían ocultado muy bien el sector donde el portal se abría, la posibilidad de que los limpiadores curiosearan con los controles de la recámara vidriada que contenían el sector del portal era algo que había estado pesando demasiado dentro de las preocupaciones de John durante la estadía de ambos en su casa. A pesar de que los controles se hallaran en una habitación bajo llave de cuatro cerraduras, John especulaba con algún limpiador espía experto en ganzúas que entraría en el cuarto y manipularía el mando del sistema de seguridad sujeto a una serie de contraseñas con una maestría sin precedentes.

Pero el cuarto de controles no había sido forzado ni abierto. John lo aseguró sin dudarlo luego de inspeccionarlo de arriba a abajo. No abrieron las cortinas metálicas que cubrían la caja rectangular vidriada que ocultaba el sitio donde ocurría la magia. Antes decidieron relajarse y hablar sobre lo ocurrido. Aunque desde el presente sabían que todo había sucedido con la normalidad que cualquiera pudiese ver en el desarrollo de determinada historia en una cadena de eventos, sus mentes no podían evitar encontrarse con recuerdos nuevos, que aunque estaban tan calados en sus historias personales, no por eso dejaban de interrogarlos a la luz de los tiempos paralelos que mantenían funcionando dos posibilidades simultáneamente.

—Mi padre recibiendo como herencia el edificio de Corin y Theroy —dijo Samantha sentada en un amplio sillón con las piernas dobladas encima del asiento. Llevaba puesta una larga camisa de lana que la cubría por debajo de las rodillas—. Eso no ocurre en el otro tiempo. Un pariente lejano del que nunca tuvimos noticias lo había agregado como sucesor en su testamento.

—De eso hablo en mi último artículo. El modo en que opera el universo dentro del portal de algún modo altera o crea los eventos en el nuestro.

—Pero si es un portal, lo que hay dentro siempre ha existido, cómo es que antes no ha ocurrido este desdoblamiento. Deberíamos en ese caso tener varios universos que coexistan y uno solo que predomine en el mundo físico. Pero solo tenemos otra realidad que parece haberse detenido en el momento de la explosión de sangre.

—Samantha —dijo John doblando la cabeza hacia atrás con los brazos extendidos a lo largo del borde del sofá—. Esa realidad que se detuvo, lo hizo en el plano físico, pero su existencia funciona como un recuerdo. Un recuerdo que en ciertos individuos ha causado severos daños mentales.

—Tate —dijo Samantha como si hablara para sí misma—, tal vez Dixie. Me pregunto si lo que hay dentro del portal no ha sido el causante de su abertura. Después de todo, apareció en el momento en que puse la mesa en ese lugar que casualmente era el mismo en el que había estado cuando tú eras mesero.

—Creo que hablar de casualidad es un modo de halagar nuestra existencia. La casualidad es sinónimo del libre albedrío. Hay casualidad cuando lo que hacemos está sujeto a nuestra responsabilidad y detrás de ella no hay nada más. El portal pudo haber aparecido por dos razones a las que he llegado luego de un largo estudio. O tú colocaste la mesa en las coordenadas perfectas en las que estuvo en el ochenta y cinco produciendo que el espacio activara un mecanismo secreto con la dimensión temporal, algo así como haber encajado la pieza faltante de una maquinaria para que esta se pusiera en movimiento. Tal vez la repetición de la materia en un mismo sector espacial tenga un efecto alterador en la intersección espacio-temporal, creando un desgarre en el tejido de la realidad o en este caso un puente entre dos tiempos. La segunda razón es que todo haya sido orquestado por la criatura que habita en ese túnel, al menos después de su aparición. Pienso que una vez abierto el portal, la criatura es capaz manipular la realidad de ambos extremos para cumplir sus designios, cualesquiera que estos fuesen.

—Espera —dijo Samantha—, eso último nos convertiría en...

—Vamos, dilo. En meras marionetas nada distintas a las que podemos crear con unos trapos e hilos.

Un silencio discurrió entre ellos. Los ruidos del exterior apenas eran signos de una vida lejana que ocurriese en algún punto del universo. Para Samantha los años de su niñez con su padre y su obsesión por vivir junto a los extraños fenómenos de la casa de Corin y Theroyy una madre que había muerto cuando ella era muy pequeña como para guardar algún retrato mental, no habían sido tan interesantes si John no hubiera entrado en sus vidas. Después de todo, su padre y John habían despertado en ella el deseo de convertirse en una escritora de lo paranormal, aunque sabía que también había sacado esas pastillas para adormecer la conciencia que habían sido sus dos obras en el tiempo paralelo.

—De cualquier forma —continuó John—. Ninguna de las dos alternativas nos deja en una posición envidiable. En una somos meros instrumentos de un tablero que mueve a voluntad un ser desconocido con propósitos que ya vimos, involucran sangre y explosiones. En la otra, vivimos en un mundo de apariencias en donde cada cosa es una muy distinta y nuestro lugar en ese escenario es absurdo o también somos una pieza que está esperando ser desechada para que otra parte de la maquinaria secreta mueva sus engranajes. En ambas somos objetos que cumplen funciones de las que no tenemos la mínima idea. La desgracia de esto es que somos objetos con conciencia de no serlo.

—Pero la consciencia nos permite estar hablando de este fenómeno, intentando entenderlo. ¿Qué papel si no juega en todo esto la consciencia?

—Antes creíamos saber cuáles eran las utilidades atribuidas a una mesa, hasta que la vimos servir de base para la apertura de un agujero de gusano. Quién sabe qué lugar ocupa la conciencia en todo esto.

Túneles Blancos - Capítulo 1Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ