• CAPÍTULO 8 •

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—No estoy loca.

—Nunca dije que lo estuvieras.

—Sólo será una noche.

—Las noches que quieras, ésta es tu casa, ésta es tu habitación.

Vuelvo a mirarle el cuerpo y siento mis bragas mojarse. ¡Diablos! ¡Sólo traigo bragas! ¡No tengo ni sostén!

—¿Tendrás ropa que me prestes?

—Si. —Mi mirada se pierde en su trasero redondo cuando se agacha para tomar las cosas del cajón.
Es tanta mi atención que no me percato cuando ya viene de regreso para dármelas—Me cepillaré los dientes, puedes cambiarte aquí.

Y de nuevo me pierdo en su trasero cuando se mete a su baño.
¡Contrólate Sevilla! ¡Él es el oponente!
Joder, ¿Por qué los mafiosos tienen que ser tan hermosos?

Suspiro, quitándome la bata y poniéndome primero unas calcetas que me dio. Después el pantalón de pijama que me queda enorme así que le tuve que hacer un nudo.
Tomo su playera, tiene un dibujo animado de unas caricaturas. No se porqué pero la olfateo.
Vuelvo a estirarla y veo la imagen una vez más.
"Scooby Doo" Amaba esas caricaturas.
Era sobre un grupo de amigos que resolvían misterios y capturaban monstruos que siempre terminaban siendo personas disfrazadas.

Sonreí al imaginarme a rulitos viendo aquellas caricaturas.

De nuevo me sobresalto cuando lo escucho salir y por un momento el pánico me entra cuando fija su mirada en mis pechos desnudos.
Estaba apunto de decir algo, de insultarlo, pero no lo hice porque desvió la mirada a otro punto y aproveché para ponérmela.

—¿Te gustan estas caricaturas?

—Son mis favoritas.

—No creí que tuvieras tiempo para ver programas infantiles.

—Hay muchas cosas que no sabes sobre mi. —Apaga la luz y se acuesta en un extremo de la cama, yo también hago lo mismo—Ey, ¿Quieres que me vaya a dormir al sofá? Entiendo si no te sientes cómoda estando aquí.

—La cama es muy grande, no creo que nos lleguemos a tocar.

—Bien. Si quieres que me vaya sólo dímelo. —Sus palabras me sacaron una sonrisa.

—Bien.

Pero el pánico me entró cuando sonó mi teléfono que Justo estaba en la cama.
Lo tomé de prisa y veo el nombre de Derek, mierda.

—¿Quién te llama a ésta hora?

—Mi amiga Valentina. —Miento.

—Ah, bien, contéstale.

—No, ya es noche y sabe que no me debe de llamar a estas horas.

—Pero debe de ser urgente, tal vez le pasó algo. —Sé que si me pongo nerviosa, va a captar mi mentira. Por Dios, es el rey de la mafia, obviamente va a ver cuando mienta.

—Bien. —Contesto y le bajo casi todo el volumen antes de llevármelo al oído.

—Pequeña, ¿Te desperté?

—Estaba apunto de dormir, ¿Pasó algo?

—Pues si, te sigo echando de menos y mínimo me gustaría escuchar tu voz.

—Ah.

—¿Estas enojada?

—¿Debería estarlo?

—Es que conozco tus tonos de voz.

—Nada que ver.

—Mmmh... Bien, ¿Y cuándo regresas? Estaba pensando en que nos podemos ver en mi departamento.

Tú, Yo y El Mal Onde histórias criam vida. Descubra agora