CAPÍTULO 30

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Podía reconocer mi antigua casa de España, con el suelo de parquet y las paredes de color gris perla. Siempre me transmitió mucha confianza ese color, lo encontraba distinto a cualquier otro gris de la escala de colores. De repente vi una sombra que se me acercaba, y entonces lo vi, mi padre, hacía tiempo que no pensaba tanto en él, ni siquiera me acordaba de su forma. Era alto, casi tanto como Caleb, y tenía unos ojos verde esmeralda que según mi madre rompía todos los esquemas de aquellos tiempos. Se me acercó y noté que movía sus labios, pero no acababa de saber que me decía, no lo entendía, no recordaba su voz. Entonces lentamente noté como unos brazos me cogían por la cintura y me llevaban a otro lugar.

—Estarás mejor con nosotros, tu padre siempre tuvo problemas en no saber donde no meterse. —oí unas voces que me resonaban en la cabeza.

—No, por favor no me lleven.

—Cállate.

—Porfavor.

—Eli, despierta cariño, ¿estás bien?

Entonces abrí los ojos. Todos los presentes en la casa habían escuchado mis gritos, mamá estaba mirándome con preocupación, y Mike no paraba de ir de un lado a otro de la habitación.

—Lo siento por despertarte. —dije mirando a Caleb.

—No digas tonterías, ¿estás bien?—me preguntó

—¿De qué eran las pesadillas Elizabeth? —Me contestó mamá.

—Han vuelto, los sueños, han vuelto.

—¿Que decían esta vez? —Volvió a preguntar.

—No me siento cómoda hablando de esto aquí, ¿podrías dejar al menos que me duche?

—Si, claro.

Todos se fueron hacía alguna otra parte, y me dejaron sola en la habitación. Me fui a ducharme, y no recuerdo cuanto tiempo estuve, pero tenía la piel ya más que arrugada cuando salí. Entonces me dirigí hacia mi cama, y saque la caja otra vez. La acaricie un rato, y no podía dejar de pensar en lo ocurrido aquella mañana. Iba a bajar a desayunar, cuando distinguí unas voces por parte de mi familia.

—No ha sido buena idea que trajeron las cosas de vuelta. —pude reconocer la voz de Mike.

—He estado muy distante, nunca creí que las pesadillas volverían. —esa sin duda era mi madre.

—Mamá, no ha sido nada, sabes que ella era más próxima a él que nosotros, ella siempre le comprendió. Es lo que nos dijo el psicólogo, hay recuerdos que tienen bloqueados en su cabeza. Creo que has estado tan fuera de lugar estos últimos meses que no te has dado cuenta. No recuerda cosas antes, hay conversaciones con papá que no sabe que ocurrieron, y no recuerda bien algunas facciones de él. Pero no puedes obligarla a hablar, ni mucho menos ponerte a la defensiva. No va a escucharte y lo sabes. Lo mejor sería que la dejásemos que se tranquilizase, y si ella quiere hablar con alguien que lo haga.

Mike me había defendido mejor de lo que creía. No lo había visto tan focalizado antes. Aunque era cierto. Había cosas que no recordaba de mi vida de antes. Era demasiado próxima a Sergio y cuando desapareció simplemente me di cuenta de que todo era algún engaño, había ido a un psicólogo, y él me dijo que los recuerdos volvieran poco a poco, pero que solo estaba en una fase de negación, que no terminaba de creerme la noticia. Acepté venir aquí por razones más que obvias, pero no hacían más que volver a mi vida de una forma u otra.

—No quiero causaros molestias...

—Eli, me has malinterpretado, no quiero que te sientas ofendida ni nada, pero ya es hora de que soluciones algunas cosas... —Dijo mi madre antes de que la interrumpiera.

INCANDESCENTEWhere stories live. Discover now