Siete años han pasado desde que vio a su madre por última vez en persona. Siete largos años en los que se ha preguntado porqué ella no la visita nunca. Porqué solo le envía mensajes y la ve detrás de una pantalla.
A Mia siempre le hizo falta su m...
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LUCAS HOLT
Una semana.
Ha pasado una semana desde la fiesta de Hannah. Una semana desde que besé a Mia. Una semana desde que su novio me golpeó.
Su novio. Já, qué idiota he de verme pensando que encontraría a Mia sin pareja.
Ya casi no se nota el color morado con motas verdes en mi pómulo, es más, solo se nota un leve tono verde grisáceo.
HACE UNA SEMANA...
El beso tomó a Mia por sorpresa, al cabo de unos segundos reacciona y empieza a luchar para separarse de mí, pero no se lo permito, al contrario, bajo mis manos a su cintura y las entrelazo detrás de ella para que no se escape. Ella se rinde pero no me sigue el beso.
Tal vez me equivoqué, y ya no tiene sentimientos hacia mí. No debí rendirme. No debí romperle el corazón e irme.
Mis labios reducen el ritmo sobre los suyos; y mi agarre flaquea. En mi descuido, Mia me aparta bruscamente de ella.
— ¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?! —grita furiosa.
Todo su rostro detona enojo, sus mejillas rojas de ira. En cambio yo, soy todo lo contrario.
Una sonrisa aparece en mi rostro, pues, verla enojada siempre me ha hecho gracia.
— ¡Oh, vamos! —La señalo como si fuera lo más obvio del mundo— , sabes que te gustó que te besara aunque no me hayas correspondido.
Mia niega con su cabeza repetidas veces.
—Sí... Digo, no —Ella frunce el ceño ante sus propias palabras— . No me gus...
No la dejé terninar porque la acallé con otro beso, y como al anterior, se resistió pero cuando mordí su labio inferior, pareciera que hubiera presionado un botón para hacerla reaccionar, y esta vez, lo siguió.
El beso fue corto, lento, apasionado sin rozar en lo vulgar. Había olvidado cómo era la sensación de sus labios contra los míos. Es... Simplemente genial. Me separo mis labios de los de ella y apoyo mi frente en la suya. Abro los ojos, ella todavía mantiene los suyos cerrados, su respiración esta hecha un desastre igual que la mía. De pronto, esas esferas azules me miran de una manera que logro descifrar.
Noto en sus ojos que se debate entre si decir algo, y justo cuando veo determinación en ellos, cuando abre la boca para decir lo que sea que vaya a decir, alguien entra abruptamente a la habitación.
Maldigo internamente por no haberle puesto seguro a la puerta. Mia y yo miramos en dirección a esa persona, mi cuerpo se tensa al igual que el de ella. El chico que Hannah me presentó como Carl, sostiene en su mano el pomo de la puerta y nos mira en estado de shock.
