15. TRAS LA DISCUSIÓN

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—¡No pienso dejar que me humillen de esa forma! —La voz de Peter sonó quebrada.

—¡Usa la boca para comer pollas, y no para replicarme!

El siguiente golpe que escuchó trajo consigo un quejido por parte de Peter, con lo que disipó sus dudas: le estaba golpeando.

Sintió una oleada de rabia recorrer su cuerpo de arriba abajo, e hizo uso de la propia adrenalina que le proporcionaba la misma para dar una patada a la puerta, con la planta del pie, tirándola abajo.

Jefe y empleado miraron hacia la puerta. El mayor tenía la mano abierta y alzada, y Peter estaba encogido esperando un segundo golpe.

—¡Tony!

—¡No le toques un pelo, desgraciado! —gritó este, rojo de rabia.

Se abalanzó contra él y le propinó un puñetazo. El otro no se dejó amedrentar, a pesar de quedarse paralizado unos segundos, y le devolvió el golpe.

—¡Por favor! —suplicaba Peter, viendo cómo se golpeaban—. ¡Por favor, no os peleéis!

—¡Díselo a tu cliente! —replicó el jefe, lanzando a Tony contra el escritorio.

Este esquivó el puñetazo rodando por la superficie y se levantó, estampándolo contra la pared.

—¡No soy su cliente, desgraciado! ¡Soy su novio! ¡Y no vas a volver a ponerle la mano encima!

Le sujetó por las solapas de la camisa y lo zarandeó. El hombre, a quien le goteaba sangre por la nariz, sonrió.

—Así que se trata de eso. Son celos.

—¡Son ganas de destrozarte la cara!

—Lo que te pasa es que no puedes soportar que todo el mundo se lo folle.

Tony se enrabietó más aún, y la pelea se intensificó. Peter no tuvo más remedio que meterse, agarrando a su jefe con una fuerza desmedida y alejándole de su pareja.

—¡YA BASTA! —bramó.

El hombre parecía estar sorprendido de que el chico poseyera aquella fuerza, impropia de alguien de su tamaño. Sin embargo, no hizo comentarios al respecto.

—¡Largo de mi local! —le gritó entonces a Tony.

—Tranquilo. No pienso volver —le aseguró Peter mientras Stark escupía sangre al suelo—. Vámonos, Tony.

—No. Tú te quedas, Peter —le ordenó —. Aún no has cumplido tu objetivo esta noche.

—Su único objetivo es mandarte a la mierda —Tony volvió a escupir, y le dio la mano a su chico—. Ya te has aprovechado bastante de él desde que tenía dieciséis años. Me aseguraré de que te caiga una buena por prostituir a un menor.

El hombre soltó una carcajada.

—No tienes pruebas. Me aseguré de que todo quedase oculto. No nací ayer.

—Las conseguiré —gruñó Tony, mirándole con rabia—. Te hundiré en la mierda, hijo de puta.


○ ○ ○


Nada más montar en el coche, una vez Peter se hubo vestido y marchado del local, Tony resopló mientras aceleraba.

—¿Desde cuándo, Peter? —inquirió—. ¿Desde cuándo te pega?

El chico, que se acababa de poner el cinturón, se miraba las manos, las cuales tenía posadas en sus muslos y amasaba con nerviosismo.

—No siempre lo hace —balbuceó.

—¿Y crees que eso le hace buena persona? ¿Qué no siempre te pegue?

—Bueno... —suspiró, cerrando un momento los ojos—. Me sacó de la calle.

—Y te prostituyó. Cogió a un pobre muchacho menor de edad y lo metió en un antro para dejar que otros más mayores le follasen el culo. ¿Y crees que debes darle las gracias? —Soltó un bufido—. ¿Desde cuándo te pega? —insistió.

—Lo hace cada vez que hago algo que no le gusta. Bueno, no cada vez. Normalmente sólo me grita o me echa una buena bronca, pero me pega si meto mucho la pata.

Stark gruñó con fuerza, tomando violentamente una esquina de la avenida que hizo derrapar levemente el coche.

—Tony, cálmate.

—¡¿CÓMO QUIERES QUE ME CALME, PETER?! —Tembló—. ¡Tengo que soportar ver cómo te denigras noche tras noche, siendo la sombra de lo que fuiste, y ahora quieres que me tome bien que alguien que abusa de ti también te pegue!

Jadeó cuando terminó de gritar. Entonces, buscó un hueco en la acera y aparcó, echando el freno de mano y frotándose el rostro.

—Lo siento, pequeño —Le miró—. No debería gritarte. Bastante has tenido que sufrir con ese indeseable.

Alargó una mano para acariciar la mejilla del muchacho. Aún tenía la marca de la cachetada que había recibido.

Se estiró, desde su asiento, para depositar un tierno beso sobre la misma.

—Vamos a denunciarle.

—No quiero meterme en pleitos, Tony. Mi jefe... ex jefe —se corrigió—se libra de todo. Sólo perderemos tiempo y dinero.

—Me da igual. No pienso quedarme de brazos cruzados.

—Pero hay cosas más importantes ahora —le explicó el chico—. Debo encontrar un trabajo lo antes posible.

—Céntrate en buscar trabajo, Peter, que yo me centraré en meter a ese cabrón entre rejas.

Volvió a encender el motor del coche para continuar el trayecto hasta casa.

—¿Por qué has tardado tanto en defenderte? —le preguntó, más calmado—. Has dejado que te golpee. Puedes tumbar a quien sea con un solo dedo.

—He aprendido a esconder mis poderes. Ya no soy Spider-Man.

Stark le miró por el rabillo del ojo.

—Deberías volver a serlo.

Peter sonrió al escucharle.

—Spider-Man no es lo mismo sin Iron-Man sermoneándole por no hacer bien las cosas y ser un inconsciente.

Sin perder la vista de la carretera, Tony soltó una pequeña carcajada.

—Eras un dolor constante de cabeza.

—Pero en el fondo me adorabas —Le sacó la lengua, aunque su pareja estaba demasiado ocupada accediendo al parking del bloque de viviendas donde residía, y no llegó a verlo.

—Sólo un poco, pero no como ahora —le aseguró—. Eras un crío —Comenzó a aparcar—. Bueno, lo sigues siendo —añadió para hacerle rabiar.

Dicho esto, ambos salieron del coche, tomando el ascensor que les subiría al ático y besándose con ganas durante el ascenso.

El chico del antifaz (Starker)Where stories live. Discover now