|V: DOLOR|

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|Dolor|

Sus piernas se movieron con rapidez, ignorando las señales que mandaba su cerebro prohibiéndoselo, pues la fuerza de querer estar cerca del dueño de la mansión era mucho mayor a su razonamiento, incluso después de los malos tratos–que a decir verdad, no se comparaban ni mínimamente con los que sufría en Hogwarts–. Incluso después de que repentinamente temió de él.

Un temor que le erizó de una forma extraña la piel.

— ¡Tom! —Llamó, tomando su antebrazo para girarlo hacia ella cuando el pie del mayor tocó el primer peldaño de la escalera—. Necesito ducharme.

— ¿Y eso a mí qué?

—Debe fijarse que anda mal con las cañe...

La ignoró por completo, comenzando a subir nuevamente la escalera alfombrada. La menor le parecía una completa pesadilla; le nublaba el juicio, le aterraba, aceleraba su respiración, e incluso lo dejaba petrificado en su lugar cuando lo observaba con esos acusadores ojos color miel. Podría jurar que lo hechizaba con su sola presencia, no tenía dudas de que era una bruja poderosa.

Una bruja ridículamente hipnotizante.

— ¡Tom! —Volvió a chillar, comportándose como una niña pequeña completamente insistente.

— ¡¿Acaso me ve cara de fontanero?! ¡No, ¿verdad?! ¡Ya deje de insistir de una maldita vez!

—He arreglado las cañerías—anunció Eloise cerrando la enorme puerta principal, con las pestañas y el cabello lleno de nieve y con un cubo de metal hasta la mitad de agua que hacia flotar a su lado—. Y ya hay agua caliente, solo debe de mantener el calefactor encendido todo el tiempo. Estoy segura que se apagará porque es muy antiguo, pero si bajan al sótano y le lanzan un hechizo de fuego a la mecha, todo estará bien.

Ambos menores intercambiaron una mirada fugaz, perplejos por la hazaña de Eloise, claro está que no era parte de sus tareas ocuparse de ello, sino el desempolvar la casa para que sea habitable. Tom Riddle pareció no afectarle la noticia, sino más bien el chillido de Runa a su lado;

— ¡Ella es mi persona favorita en todo el mundo!

—Que ridiculez, Bridgerton, solo ha encendido el calefactor.

—Pues ha hecho más que usted, fontanero.

— ¡Le estoy dando un techo en el cual vivir, ¿eso es poco para usted?!

— ¡Yo no se lo he pedido! —Se defendió, elevando más la voz—. ¡Porque si no recuerda, aún sigo secuestrada! ¡Lo que significa que estoy aquí sin mi consentimiento!

— ¡Mucho no se ha quejado!

— ¿De qué sirve hacerlo si le dará igual lo que yo desee? ¿O acaso si lo pido me dejará volver a Hogwarts? Porque de ser así, no dudaré en hacerlo.

Mentiría de sobremanera al decir que aquello no le molestó, que el que ella prefiera volver al lugar en donde era golpeada día y noche antes de estar con él, no le causó nauseas. Su cínica cabeza no podía comprender que, aunque sus tratos eran igual de viles, ella no lo desee a él de la misma forma que...

Quizás él debería...

—No. —Fue lo único que soltó antes de terminar de subir las escaleras.

Lo vio desaparecer al doblar el pasillo, dejándole un gusto amargo en la boca y un vacío en su interior. Le preguntó a su corazón si lo que acababa de sufrir era un pequeño infarto, porque su pecho no dejaba de subir y bajar con irregularidad, y su piel sudaba debajo de la camisa color lino que no le pertenecía. Se sentía enferma, y de no ser por la voz de Eloise...

••TE ODIO••Where stories live. Discover now