Por favor

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Y después de estar llorando por casi una hora en el baño, se lavó el rostro, y salió de él, encontrando a Gellyan del otro lado. Se negó a verlo, y mucho menos dejar que la tocara.

—Hele, hablemos por favor.

Le quitó el bolso de mano que llevaba de ella, y tomó el boleto de avión de él, dándoselo.

—Haz lo que quieras con tu vida, a mí ya no me importas.

—Hele por favor —le pidió abrazándola, cediendo a las lágrimas nuevamente—. No quiero vivir sin ti, me equivoqué, fue un error y lo acepto, pero dame una oportunidad. Yo te amo de verdad.

—¿Tienes idea de cuántos como tú conocí en mi vida? Ya me conozco todas y cada una de sus excusas —le dijo forcejeando para quitarse los brazos de él de encima—. Jamás perdoné una infidelidad, Gellyan, y tú no serás la excepción.

—Debes creerme, no volveré a hacerlo —lloró angustiado—. Te amo, Helena, te amo de verdad.

—Claro.

Logró sacárselo de encima, y salió del baño, dirigiéndose al área para abordar, colocándose unos lentes oscuros. Regresaría a su país, le daría la casa a Evelin, a quien le correspondía ahora, y... Tendría que enfrentar a sus padres, y todo lo que fueran a recriminarle por ser tan estúpida.

***

—¿Quieres algo del carrito?

—No, muchas gracias, tengo aquí mi propia "comida" —sonrió, enseñándole su sándwich de mantequilla.

Cuando la azafata se fue, le dio una pequeña mordida, masticándolo sin ganas. Realmente no tenía hambre, pero sabía que debía comer algo, por el bebé.

El bebé ¿Qué haría ahora sola?

—No sé que es peor, si abortarte, o traerte a una "familia" disfuncional —pronunció bajo, cerrando los ojos, apoyando su mano libre sobre su vientre.

No, no podía abortarlo. Era estúpido sólo pensarlo. El bebé estaba sano, estaba creciendo y desarrollándose acorde a su edad. No tenía justificación médica quitárselo.

Suspiró y miró por la ventanilla, el cielo nocturno, las nubes, las estrellas.

—Seremos una familia de dos ¿Qué te parece eso? Lo único que deseo, y pido con todas mis fuerzas, es que seas varón. Adoro a las niñas, mi sobrina lo es, pero no quiero que sufras. Cada vez estoy más convencida de que estamos malditas.

Desde atrás de su asiento, iba sentado Gellyan, sintiéndose con cada palabra más miserable, si es que era posible. Helena obviamente no sabía que él estaba allí, no lo había visto subir.

Lo único que quería en ese momento, era poder sentarse junto a ella y abrazarla... Pero sabía que jamás podría volver a hacer eso.

Respiró profundo, y un sonido lastimero se escapó de sus labios. La había perdido, lo sabía, pero no quería aceptarlo. Él la amaba de verdad, y haber hecho aquella estupidez, lo había hecho entender que a quien realmente quería y elegía, era a Helena.

***

—¡Te dije que ese tipo sólo te estaba usando! ¡Jamás escuchas, Helena! —exclamó su madre, furiosa—. Todos los hombres son iguales ¿No aprendiste nada con tu padre?

Su progenitor, que también estaba allí, rodó los ojos, antes de mirar a su hija.

—Ahora la casa de tu abuela se la queda Evelin ¿Dónde diablos vas a vivir, Helena? Perdiste tu casa por una calentura ¿Puedes entender eso? Y encima estás embarazada ¡Embarazada de un tipo que hace cuatro meses conoces! ¿Te das cuenta de la estupidez que hiciste? ¡Ni padre tendrá!

—¿Voy seguir trabajando contigo o no? Es lo único que me interesa saber —pronunció bajo, sin mirarlos a ninguno de los dos.

—Por supuesto que sí ¿Cómo diablos vas a mantener a la criatura si no? Es increíble, tenías una vida perfecta ¡Y la cagaste!

Helena negó con la cabeza y tomó su cartera, ignorando a sus padres y saliendo de la casa de su mamá. Ya no le interesaba seguir escuchando a ninguno de los dos, ella sólo quería saber si aún tenía trabajo o no, nada más.

Había vendido ya sus muebles y algunas pertenecías, como su laptop, para poder alquilarse un departamento donde vivir.

Sus labios temblaron, y se llevó una de sus manos a su panza, caminando despacio, ignorando el celular que no dejaba de sonar.

No quería discutir con nadie, ni ponerse más nerviosa. Ya bastantes disgustos le estaba pasando a su bebé... Y sólo tenía tres meses.

—¿T-Te parece si comemos lo que t-tanto te gusta? Creo que podemos darnos ese permitido, bebé.

***

—Un mes después—

—Hola, sí, en dos horas le tengo los archivos listos —habló por teléfono con la secretaria de su papá—. Te envío todo por correo, no te preocupes. Qué tengas buen día.

Cortó la llamada, y encendió una vez más la licuadora, terminando su batido. Ahora podía disfrutar un poco más de su embarazo. Su panza no era grande, pero ya era notoria.

Y lo mejor de todo ¡Es que podía comer sin vomitar! Las náuseas habían desaparecido, junto a los vómitos.

—Te juro, que después de que nazcas, voy a odiar el pan con mantequilla —sonrió llevándose todo a la mesa para poder desayunar y continuar con el informe de su padre.

Trabajaría todo el tiempo que pudiera, y con la comodidad de poder hacerlo desde su casa.

...

Regalo de NavidadWhere stories live. Discover now