¡Sorpresa! Es mi novio

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—De acuerdo, a la cuenta de tres —sonrió emocionada, dándole el espejo—. Uno, dos, tres ¡Ya puedes mirarte! —exclamó riendo.

Gellyan lo volteó, y al verse en él, quedó sorprendido. Su imagen... Había cambiado muchísimo, ni siquiera parecía él.

—¿Qué te parece? ¿Te gusta?

Pasó una de sus manos suavemente por su barba, que había recortado, y luego por su cabeza, sin poder dejar de observarse. Era tan extraño verse de ese modo.

—¿Te gusta o no?

—Me veo extraño, pero sí, me gusta —pronunció sorprendido.

—¡Hice un buen trabajo entonces! —sonrió orgullosa de si misma.

Escuchó el timbre de su casa, y dejó el cepillo que aún tenía en su mano.

—Espérame un momento, iré a ver quién es.

Helena fue hasta la puerta, y al ver quién había estacionado del otro lado del portón, la cerró rápidamente, mirando a Gellyan.

—¿Qué ocurre?

—¿Me puedes hacer un favor? Sólo será un rato, hasta que se vayan.

—Claro ¿Pero que necesitas? No sé cómo podría ayudarte.

Se acercó al rubio, y con cuidado le ocultó las orejitas entre su cabello, como él había hecho antes.

—Mi mamá vino con mi tía y mis primas, y pues... Nosotras teníamos un acuerdo con respecto a la casa. Es largo de explicar, así que sólo te diré lo que necesito que hagas por mí.

—Está bien ¿Qué necesitas?

—Debes fingir que eres mi pareja.

—¿Qué?

—Por favor, sólo será un rato. O de lo contrario, tendrás que mantenerte oculto en mi habitación, hasta que se vayan.

—De acuerdo.

—¿De acuerdo qué? —le preguntó en un tono nervioso.

—Me voy a tu habitación.

—Bien, no salgas hasta que yo te diga —le dijo antes de salir de la casa.

Vaya, ni un gato vagabundo quería siquiera fingir que era su novio. Ahora entendía porqué su ex la había engañado... No le causaba nada a los hombres más que rechazo.

Saludó a su madre, a su tía, y a sus dos primas de su edad casi, y las cinco se dirigieron a la casa de Helena, mientras escuchaba como su mamá se disculpaba por no haber podido estar la noche anterior.

—Está bien, ma, ya no tiene caso hablar de esto. Y me alegro que Joe esté bien —pronunció con cierto desinterés.

—Hele ¿Por qué no viniste a casa? Sabes que eres bienvenida —sonrió una de sus primas—. Es triste pensar que pasaste sola navidad aquí, en esta casa tan grande.

—Sí, bueno, yo-

—¿Quién es este muchacho? —preguntó su madre sorprendida, al encontrarse un joven que aún estaba pijama en la sala.

Helena miró a Gellyan, y luego a su madre. ¿Qué demonios estaba haciendo allí? ¡Si le había dicho que se iba a quedar escondido!

—Ah, él... É-Él es Gellyan —sonrió, nerviosa.

—¿Y quién de supone que es? —preguntó seria su tía.

—Un gusto conocerlas, mi nombre es Gellyan, soy la pareja de Helena —les dijo acercándose a la muchacha, abrazándola por la cintura con uno de sus brazos.

Su madre la miró, y Helena no podía tener el rostro más colorado. ¡Era un idiota! Ya se arrepentía de haberle pedido en primer lugar aquello, tendría que haberle dicho que se quedara escondido.

—¿Su pareja? ¿Desde cuándo? —preguntó su progenitora.

—T-Tres m-meses, ahora regresamos —balbuceó tomando a Gellyan de la mano, yéndose rápidamente ambos hacia la habitación de ella—. Dijiste que iba a esconderte aquí ¡¿Por qué no lo hiciste?! —le inquirió hablando bajo, chillando lo último.

—Pero primero me pediste que me hiciera pasar por tu novio.

—S-Sí, pero...

—¿Pero qué? Si no quieres que esté cerca de tu familia, lo entiendo. Bajo, me despido de ellas, y luego me voy.

—¡No! No quiero eso —se apresuró a decir, antes de respirar profundo y suspirar—. Déjame hablar a mi ¿De acuerdo?

—En serio, puedo decirles que ya debo irme, no te preocupes. Te agradezco mucho lo que hiciste por mí.

—Pero ¿Vas a volver? —le preguntó con cierta aflicción.

—Tal vez podamos volver a vernos en algún momento —le dijo con una leve sonrisa.

—Está bien —pronunció bajo.

Salió de la habitación, y esperó a que él se cambiara de ropa, ya que estaba aún con el pantalón y la camiseta del pijama. Cuando el rubio abrió la puerta, se encontró con Helena aún allí.

—Te acompaño hasta afuera.

—Está bien.

Bajaron ambos las escaleras, y Gellyan se despidió de la familia de Helena, alegando que ya debía irse a saludar a sus padres también.

Al llegar al portón, ella lo miró insegura.

—Puedes volver cuando quieras ¿Sí? Fue lindo pasar tiempo juntos.

—Gracias por todo lo que hiciste, y feliz navidad —sonrió.

Lo vio girarse, y lo tomó de una de sus manos, deteniéndolo.

—N-No te vayas muy lejos.

—¿Qué? —le inquirió mirándola a los ojos.

—Q-Quédate cerca, y ven esta noche a cenar. No, mejor ven a la tarde, ya está haciendo mucho frío para que estés por la calle deambulando.

—¿Por qué? —le preguntó confundido.

Helena negó con la cabeza, y bajó la mirada.

—Quiero ayudarte, sé muy bien lo que es sentirse solo. Regresa, por favor.

...

Regalo de NavidadOnde histórias criam vida. Descubra agora