Capítulo 2:

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Capítulo 2:

El saludable color sonrosado que normalmente cubría las mejillas de Brittany Pierce se esfumó en cuanto vio el papel que tenía su compañera de piso en la mano. Blanca como el mármol, tragó saliva y luego extendió una mano temblorosa. Apenas le había dado tiempo de dejar el maletín en la entrada y mucho menos decir algo. Santana la miraba con una mezcla de curiosidad y enojo. La rubia miró la carta y la leyó dos veces...lo que bastó para que se pusiera aún más pálida si podía.

Oh, señor, iba a matar a su hermana. Estaba decidido; en vez de una boda se celebraría un funeral. Y lo peor de todo es que tenía que haberlo previsto. Tenía que haber previsto que más de 5.000 kilómetros no eran suficientes para que su familia dejara de meter las narices en su vida. Ahora no sabía qué hacer o decir, y Santana esperaba una respuesta. ¿Por qué todas las cosas malas le sucedían a ella? Ella que nunca se metía en la vida de nadie...

- ¿Y bien? –dijo Santana al ver que la rubia no contestaba.

- Lo siento, es lo único que se me ocurre decir. –contestó con la cabeza gacha.

- Brittany, no me puedo creer que me hayas utilizado de esa manera. -comenzó a decir Santana mientras se levantaba del sofá. Hacía seis años que conocía a la rubia y nunca la había visto tan azorada. Ella no pretendía ponerla así, y ante su enojo se impuso su preocupación de amiga.- De alguna manera tendrás que arreglarlo, porque...

- No te preocupes, enseguida voy a arreglarlo. –repuso Brittany aun sin mirarla y con la carta en la mano se dirigió hacia el teléfono. Lo descolgó y marcó un número rápidamente.- ¡Rachel! ¡Dile a la entrometida de mi hermana que se ponga! ¡Ahora!

- Brittany no creo que...-la morena se acercó a ella. La determinación de su mirada azul daba miedo; Brittany temblaba de rabia.

- ¡Quinn! ¡¿Cómo se te ocurre hacer semejante cosa?! ¡¿Es que quieres destrozarme mi vida?! ¡¿Dejarme sin amigos?! – la rubia estaba verdaderamente enfadada, fuera de sus casillas, ahora que había acabado de asimilar el contenido de la carta.

Santana negó con la cabeza y adelantó su brazo extendido hasta que tocó el cable del teléfono; tiró de él y ante la sorpresiva mirada de Brittany, se hizo con él. Miró a la rubia y con un ademán de manos le indicó que se fuera a sentar al sofá y le dejara hablar a ella. Todavía no sabía qué había pasado y como principal implicada, estimaba que se le debía una explicación antes de montar todo ese número familiar a través del teléfono. En su mente, Santana dio gracias por no tener familia.

- ¿Quinn? Hola, soy Santana. Escucha, tu hermana no está muy en sus cabales en estos momentos, así que disculpa el tono utilizado y sus palabras. Ahora mismo he de colgar, pero estoy segura de que más tarde, Brittany te llamará. Adiós. –y colgó.

Brittany, que le había hecho caso, se quedó petrificada en su asiento y esperó a que ella se sentara también. Antes de sentarse, sin embargo, la morena fue hasta la cocina y cogió una botella de vino y dos vasos. Necesitaba un trago, las dos lo necesitaban. Salió al salón de nuevo y se sentó en el sillón de enfrente del sofá donde estaba Brittany. Santana suspiró, abrió la botella de vino y llenó los dos vasos. Se llevó el suyo a los labios y bebió más de la mitad del contenido.

- Ahora dime qué demonios significa lo que dice la carta. –le exigió a la rubia.

- Lo siento, yo...-Brittany dejó el vaso en la mesa de centro y se cruzó las manos en el regazo.

- Deja de decir "lo siento" y habla de una vez. Explícate. –le cortó ella. Santana no es que se caracterizara por su paciencia fuera de las salas de audiencia del tribunal de justicia. Podía llegar a ser muy exasperante si no se la conocía muy bien.

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