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hola, nuevo feliz año, espero que todes estén bien, y perdón por no actualizar es que no puedo ser divertida cuando alguien se ha muerto.

(al siguiente día)

Maia

Dormir ha sido incómodo, no solo por mi mano, sino por las heridas que tengo, cada que me apoyo duele, pero al menos lo conseguí. Ayer Ralph y su hijo, del cuál aún no se su nombre, pero es con el quién he pasado más tiempo desde que llegué aquí, me contaron un poco más sobre mi vida y como era antes, según ellos era muy divertida, dizque hacia bromas por todo y no tomaba nada en serio, les creo.

Me dijeron que estoy con ellos porque mis papás eran muy amigos suyos y que cuando viajaron a Italia, me dejaron aquí y no quería pasar la cuarentena sola porque moriría de depresión si no, y que mis padres aún no iban a volver ya que las fronteras están cerradas. Ellos no pueden volver pero dijeron que haremos vídeo llamadas para ayudarme a recordar, cabe aclarar que hay partes de mi infancia que sí recuerdo, es un recuerdo borroso pero al menos está.

Escucho como tocan la puerta cuando salgo del baño que está en la habitación luego de haberme aseado.

— Puedes pasar.- hablo caminando lento hacia la cama, cada que movía la pierna dolían las heridas.

— Tenemos que cambiarte las vendas, pero también tenemos que desayunar.- el chico alto me dice viéndome — ¿qué quieres hacer primero?

— Cámbiame las vendas ahora, para después no hace nada luego de tragar y quedar tiesos.- bromeo y él se ríe contagiandome a mi.

Me senté en la cama y él se agachó para quitarme las vendas de las piernas, limpiar y volver a vendar, y así lo hizo con los parches de mi cara y todo el cuerpo, menos uno de mis brazos, obvio.

Es un caballero.

— Uh, creo que ya.- habló ayudándome a ponerme de pie.

— ¿Que vamos a desayunar?- le pregunté mientras bajamos las escaleras despacio.

— Mi madre no se siente bien y ella es la que sabe cocinar, así que supongo que comeremos lo único que sé hacer.- pausó haciéndose el de la emoción — Leche con cereal. Pero como a ti no te gusta leche será con yogurt, y para mí con leche de fresa.

— ¿No me gusta la leche?- le pregunté, ahora queria probar.

— Oh sí, se me olvida que no recuerdas eso, puedes probar si quieres.- asiento y nos adentramos a la cocina.

— Ten.- me extiende un vasito de leche, y lo tomo.

Es suficiente, que bueno que nunca me gustó. Él parece darse cuenta de mi gesto y se ríe.

— Algunas cosas nunca cambian, eh.- saca lo que sí vamos a comer y prepara uno para él, con leche de fresa y el mío con yogurt. — Esto te gustará.

— Está más rico que la leche.- opino luego de haberme metido una cucharada a la boca.

Comemos en silencio, hace rato noté que sus ojos estaban rojos, ¿razones? no sé.

— Mamá, ¿estás bien?- él ve por encima de mi hombro, y hace que voltee a ver a una señora muy mantenida.

— Oh dios mío, Maia.- la señora viene de frente a mi a abrazarme y empieza a llorar en mi hombro ¿por qué todo el mundo llora?, le correspondo el abrazo con más ganas y después de un rato ella se separa de mi — Soy Kate.

— Kate, yo no te recuerdo, perdón.- le digo apenada porque ella se ve muy ilusionada al verme.

— No te preocupes querida, lo sé.- me sonríe acariciando una de mis mejillas.

𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐕𝐚𝐧 𝐃𝐢𝐣𝐤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora