XXVI

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Mantuve el diario oculto en todo momento.

Solo lo leía a altas horas de la noche o cuando estaba sola en la habitación. No podía arriesgarme a que Lauren lo leyera porque el contenido del diario podría afectarla.

No estaba segura de qué otros viles secretos familiares había aquí, pero iba a descubrirlo.

Después de la cena, estaba dando un paseo afuera.

Lauren estaba de mal humor y estaba sentada en el suelo mirando los trenes moverse.

Estaba molesta por la discusión que tuvimos ayer.

- Bueno, ¿por qué no me preguntaste antes? - le pregunté a Lauren cuando llegué a casa después de que Donovan me dijera que yo era vicepresidenta.

Lauren me miró con incredulidad.

- ¿Te pregunté qué? -

- Lauren, ¿te das cuenta de que no estoy calificada para convertirme en vicepresidenta de la empresa? ¿Por qué firmaste esos papeles sin preguntarme primero? -

- Eres mi esposa y tomarás decisiones por mí cuando yo no pueda. ¿Qué es tan difícil de entender? -

- Dices que soy tu esposa Lauren, pero nunca me preguntas nada, ni siquiera cuando las decisiones están directamente relacionadas conmigo -

- Joder, Camz. No sé qué diablos quieres - dijo frustrada. - ¿Por qué no lo dices? -

- ¡Lo que quiero es que la gente de esta casa deje de tomar decisiones por mí! ¡Eso también te incluye a ti! Y por el amor de Dios, no escuches a tu hermano... -

Ahora estaba sentada en el suelo, claramente molesta por mi arrebato y meciéndose adelante y atrás murmurando para sí misma. Los trenes avanzaban zigzagueando por las vías, soplando humo y silbidos, avanzando por el túnel de la colina.

- ¡No me hables así! - Respiraba erráticamente.

Suspiré al darme cuenta de mi error.

Comencé a caminar hacia ella.

- Lauren... lo siento... solo estaba... -

- ¡VETE! - Gritó deslizando su mano sobre los trenes en movimiento y volcándolos.

El motor yacía en el suelo de lado con las ruedas girando.



Volví a la realidad.

Lauren nunca se había enfadado conmigo antes, nunca me había gritado, así que ahora mismo me dolía el corazón con la idea de que yo era la razón por la que se sentía como una mierda.

No debería haber dicho nada... debería haberlo dejado pasar.

Caminaba sola por los jardines, la mansión se alzaba a la distancia y la niebla que la rodeaba le daba un aspecto espeluznante.

Podía escuchar los sonidos de la fuente de agua.

Había paz en todas partes, una calma de los muertos y yo estaba acostumbrada. Ya nada me asustaba más que la gente.

Doblé una esquina y casi tropecé con Chris.

Estaba apoyado en los arbustos finamente podados, sosteniendo un cigarrillo entre los dedos.

- ¿Qué diablos, Chris? -

Me quedé allí, estupefacta.

- ¡Solo tienes diecisiete! -

Dió una larga calada y aspiró el humo como un profesional, lo que me dijo que no era la primera vez que fumaba.

- ¡Es sólo humo! No le digas a Donovan ni a nadie sobre esto -

Blind MindWhere stories live. Discover now