Capítulo 16: ¿Romántico, yo?

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¿Romántico, yo?

—Ron...escóndete...ya.

Hermione hablaba entrecortadamente debido a que el pelirrojo no quería dejar de besarla y, aunque ella tampoco hubiera querido parar, tenía que hacerlo porque sabía que se metería en problemas si sus padres notaban la presencia del chico. Los golpes en la puerta comenzaban a intensificarse cada vez más por lo que Hermione tuvo que empujar un poco a Ron para que este se detuviera.

—¡Hermione! ¿Estás ahí? —habló la voz tras la puerta.

—Sí, iré en un segundo —respondió Hermione, aún tratando de evitar los besos de Ron.

—Está bien, tu padre y yo te esperaremos abajo para desayunar.

Hermione quedó un momento observando la puerta, preocupada por si su madre aún seguiría ahí pero al oír el sonido de unos pasos alejarse, entendió que ella ya se había retirado. Por un momento pensó que su madre habría querido entrar a la habitación pero por suerte no fue así. Hermione suspiró aliviada y cuando se encontró nuevamente con el rostro de Ron, lo miró con una expresión de enojo.

—¿Estás loco? Mi madre pudo haberte escuchado.

—Perdón, no pude contenerme.

Ron trató de excusarse mirándola con una sonrisa pero aquella misma se le fue decayendo cuando notó que Hermione aún lo miraba fríamente. Ella se levantó de la cama y, ignorándolo olímpicamente, comenzó a seleccionar ropa de su armario. Ron la miraba desplazarse de un lado a otro y a pesar de que sabía que Hermione estaba algo molesta con él, reía levemente burlándose al ver su rostro de enojo y de alguna manera recordó como es que ellos siempre se la arreglaban para discutir siempre. Pero ahora esto ya no le preocupaba en lo absoluto porque, después de haber recordado sus años de escuela con Hermione, sabía que una pequeña discusión como esta no era gran cosa.

—Ron, debes volver a La Madriguera ahora.

—No, no iré.

—¡Ron!

Ron sin hacerle mucho caso e incluso sin siquiera dirigirle la mirada, negó con la cabeza y volteó dándole la espalda. Hermione indignada por la indiferencia del chico, frunció el ceño y ahora ya más enfurecida que antes comenzó a darle de almohadazos. Ron, que no se esperaba para nada esa reacción, trataba de cubrirse la cabeza de los golpes que la chica le propinaba.

—Demonios Hermione, sí que das miedo —dijo Ron levantándose de la cama y dirigiéndose a un rincón a protegerse.

—Idiota, mis padres no tienen que verte —bramó, manteniendo la almohada en su brazo muy amenazante—. Desaparécete ya que tengo que cambiarme.

—No, no lo haré porque estoy seguro que tus padres no te dejarán volver a mi casa. Creo que me odian y no querrán que sigas conmigo —dijo Ron, tomando otra almohada como protección.

—No te odian... —refutó Hermione, sin entender por qué su respuesta sonó tan dudosa—. Y sí voy a volver a tu casa, anda ya vete.

Ron percibió perfectamente el tono dudoso en el que Hermione respondió y supo que ella también estaba preocupada por ese tema, por si sus padres lo aceptaban o no. Él la miró fijamente y ella parecía no querer captar su mirada. Si es que sus padres en verdad están odiando a Ron, Hermione sabía que sería su culpa, pues el momento en el que decidió hablar con sus padres acerca de Ron ya como su novio, fue el mismo día en el que ella había llorado. Se sintió tan culpable de solo pensar que posiblemente había metido a Ron en un gran problema.

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