Capítulo 3: Ahora soy yo, el que no quiere nada

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Ahora soy yo, el que no quiere nada

Harry abrió la carta mirando de reojo a Ron, el malhumor que ya demostraba había empeorado.

—¿Qué dice la carta? ¿Ella está bien? —preguntó Ginny, acercándose a Harry para poder ver mejor la carta.

—¿Por qué te envió una carta solo a ti? —murmuró Ron, mirando con odio la carta.

—No lo sé Ron —respondió Harry, observando la carta mientras la lechuza salía volando alrededor de la casa.

—Léela —dijo Ron mirando fríamente a Harry, tenía la misma mirada que el día anterior cuando ambos estaban peleando.

Harry ignoró la mirada de Ron y sacó el papel y empezó a leer la carta.

¡Harry! Hola, te mando esta carta para decirte que llegué bien. Kingsley me ha dejado hospedada en un hotel. Él se estará quedando en casa de uno de sus primos, que vive aquí en Australia. Estuve dándome un paseo por aquí, el país es muy bonito y ya he comprado varias cosas. También he comprado algo para todos. Espero que también me mandes algunas lechuzas diciéndome como va todo por allá. Nos comunicamos pronto,

Hermione Granger

Harry al terminar de leer cerró la carta y miró de reojo a Ron, sentía que en cualquier momento explotaría.

—¡¿Ya lo ven?! ¡Ni siquiera dijo algo acerca de mi! —bramó Ron. Ya no hacia falta darse cuenta que estaba demasiado furioso.

—Bueno, tampoco me mencionó a mi, ni a Ginny... —dijo George, tratando de pasar desapercibido el que no hayan mencionado a Ron en la carta.

—¡Podrían dejar de estar de su lado y ponerse de mi parte! —gritó Ron muy enojado, sentía que nadie lo comprendía. Se levantó de la mesa y salió de la casa cerrando la puerta fuertemente.

Se fue caminando sin saber a donde iba, quería alejarse de todo, no quería saber nada de nadie. ¿Podría alguien ponerse de su parte? Él estaba ahí extrañándola todo el tiempo y ella ¡¿acaso se acordaba de él?! Y aún así él tenía que ser el que tenga la culpa de todo, él siempre resultaba ser el malo de la película. Habiéndose alejado lo suficiente, pasó por algunas montañas convenciéndose que por ahí estaría solo. Pero avanzando un poco por el camino se dio cuenta que había llegado hasta la casa de los Lovegood, había olvidado totalmente que ellos vivían por ahí. Y por si no fuera suficiente, Luna se encontraba afuera y se dio cuenta de la presencia del chico por lo que se acercó a saludarlo.

—¡Ron! No te ves nada bien ¿Se te ha entrado una polilla invisible? —dijo Luna, con aquella característica voz que la identifica.

—Luna... No, no me pasa nada —Ron se sentó sobre un tronco en el que también estaba sentada Luna, sabiendo que no tendría otra opción que hablar con ella.

—¿Cómo están los demás? ¿Se arregló todo con Hermione? —preguntó Luna mirándolo.

—¿Q-Qué? ¿A qué te refieres? —habló el pelirrojo, preguntándose como ella podría saber de todo eso.

—La vi llorar ese día en Hogwarts, cuando la dejaste sola. Eres muy malo por hacer eso.

Ron dejó de mirar a Luna y respiró pesadamente con una mirada malhumorada. Sabiendo que no tenía de otra, le contó todo lo sucedido hasta ese entonces. Le contó todo lo referente a Hermione, realmente no quería hacerlo pero sintió la necesidad de desahogarse con alguien. Tal vez pensaría que Luna pudiera entenderlo y lo apoyaría.

—Pues no me sorprende que no te quiera hablar. Si yo fuera Hermione, tampoco te mandaría ninguna carta. La trataste mal, Ron.

Ron se levantó bruscamente para irse del lugar. En ese momento pensó que Luna era como todos, siempre en contra de él. Nadie estaba de su lado y nadie lo apoyaría, no tenía porque seguir escuchando regaños. Ya estaba por irse, pero para su sorpresa Luna lo retuvo con una pregunta.

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