Capítulo 4

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Buen sábado, zorritos!

Último fin de semana de noviembre, no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo... Muchas gracias a todos quienes estos días estuvieron recomendando mis historias y etiquetándome en posts relacionados con estas :) En serio me ayudan demasiado, nada como la difusión para llegar a más lectores. Y muchas gracias a todas las increíbles cuentas haciendo posts relacionados conmigo!

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Xoxo,

Sofi

***

Recordaba muy pocas cosas de su niñez, casi nada antes de la oscuridad. Pero por ese entonces, su madre solía decir que el día no duraba lo suficiente como para hacer todo lo que deseaba. Que la diosa fuera testigo, por primera vez en su vida sentía que sería capaz de darle la razón a su madre. El día simplemente no duraba lo suficiente, la noche tampoco. Parecía que sin importar lo que hiciera, no conseguía las respuestas que deseaba con rapidez. El vivir a ritmos distintos tampoco ayudaba.

Tuvo que esperar a que anocheciera para buscar a Nana. Incluso él tenía sus límites. Nix conocía a la anciana lo necesario como para saber que era mejor no tentar su suerte, y Nana era tan hábil como para no estar durante el día en un lugar donde él pudiera encontrarla. No creía estar exagerando al pensar que quizás ella fuera un enemigo más peligroso que Kira. Prefería por mucho lidiar con ese inútil antes que con la humana.

Pero Kira estaba en un mundo, y Nix en otro, y el equilibrio ya estaba lo suficientemente jodido como para seguir jugando con este. Era una cuestión de sentido común. Tenía que restablecer lo que había roto por completo, empezando por escuchar a la diosa y haciendo lo que tan claramente ella le estaba pidiendo. Aun así, la diosa podría al menos otorgarle paciencia para lo que seguía, porque cada latido de corazón que pasaba sin saber de Key, era una tortura por todo lo que aquello implicaba.

Ashdown no era piadoso con ninguno de sus niños, menos lo sería con una extraña. No quería imaginar lo que a ella podría haberle sucedido, porque ninguna opción era ni de cerca tranquilizadora. Si debía ser honesto, incluso la muerte hubiera sido más piadosa. Pero Keira Sakura Feza se había resistido a perecer, una y otra vez, tan terca como para creer que vivir valía algo, y lo habría hecho en esta ocasión también.

Y le hacía falta. Era tan horrible sentirlo como admitirlo, pero ella le hacía falta. Y la agónica incertidumbre de no saber si lograría volver a verla o no, era peor que cualquier otra cosa que pudiera imaginar. Había un terrible vacío en medio de su pecho, como si alguien hubiera arrancado un pedazo importante de carne y se hubiera ido sin siquiera molestarse en dejar la zona vendada.

Su mente tampoco ayudaba. Seguía soñando con ella, despertándose desesperado al saber que no era posible retenerla. No en imágenes, los colores seguían sin tener mucho sentido en su mente, pero podía sentir a la perfección el calor de su cercanía, u olfatear su dulce perfume. La suavidad de su piel, el modo en que su fino cabello siempre se deslizaba entre sus dedos, el calor de sus besos, la aspereza de sus manos por tanto tiempo utilizando armas, la forma en que pronunciaba su nombre... Como si él fuera suficiente, como si por primera vez, lo que era resultara suficiente, aunque solo fuera para ella.

Intentó desterrar cualquiera de esos tontos pensamientos de su cabeza antes que derrumbaran la poca estabilidad que había conseguido. A menudo se encontraba queriendo gritar, aunque nunca sabiendo por qué. ¿Frustración? ¿Furia? ¿Dolor? ¿Ausencia? Ella era una tonta por lo que había hecho, y él lo era aun más por haberlo permitido, por haber sido tan débil como para no haber podido retenerla.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Where stories live. Discover now