Capítulo 22

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Feliz sábado, zorritos!

Estoy muy entusiasma con las cosas en las que ando trabajando últimamente, y espero pronto poder comenzar a revelarles algunas. Mientras tanto, debo continuar centrada en terminar ELDM. En una historia que está tomando más de lo que esperaba, por toda la carga emocional que implica cada capítulo para mí, pero espero poder terminarlo pronto. ¡Y definir pronto también cuál será mi próxima historia! ¿Ideas?

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final si el cap les gustó! A ustedes les toma unos segundos, pero a mí me tienen entretenida por días enteros leyendo y releyendo los comentarios.

Y esta vez será una pregunta desafiante: ¿Aely o Hitoshi?

Xoxo,

Sofi

***

Tenía una cama. Ese era un lujo más allá del que alguna vez hubiera podido soñar. Y prendas limpias, sin necesidad de robarlas de enemigos derrotados ni remendarlas. Sabía que no debería aceptar nada, Ashdown siempre lleno de enemigos y amenazas, pero en aquel momento estaba demasiado agotada. Luego lidiaría con las consecuencias.

Key suspiró, pidiéndole a su cuerpo que resistiera un poco más. Se sentó en el borde de la cama, luchando contra la tentación de dejarse caer y finalmente ceder al sueño. Se inclinó para sumergir un trapo en el cubo de agua a sus pies, y luego limpiar la piel de su brazo. Quería descansar más que nada, pero tendría que esperar.

Había logrado encender la leña en la chimenea, y el calor era bienvenido, pero no suficiente. Luchaba por mantener su guardia en alto. Se había despojado de todas sus armas para poder limpiarse, pero no se había atrevido a dejarlas fuera del alcance de su mano. Seguía sin saber dónde estaba su aro, y era imposible sentirse a salvo sin este.

Aely Showk le había dado algo de comer, luego de lo que se había sentido una eternidad sin un plato caliente, y dicho que podría utilizar ese dormitorio. Casi había tenido que arrastrarse al piso superior, y no había soportado mucho antes de tener que sentarse de nuevo. El aire allí no era tan ligero o puro como en compañía del rey de los ladrones.

Ignoró el escozor al limpiar sus heridas. Solo un poco más. Podía hacerlo, tenía que sobrevivir. Había llegado demasiado lejos, y al menos allí podría intentar recuperarse, como para ahora rendirse. El trapo no tardó en mancharse por completo con todos los tonos de rojo, y el agua en teñirse de rosa. Ella volvió a escurrirlo y sumergirlo, y continuó limpiando su piel. Aely le había dado una caja con distintas vendas y medicinas que utilizar, pero de nada serviría si ella primero no lograba limpiar bien sus heridas.

Se tensó cuando alguien abrió la puerta, y se cubrió enseguida al encontrarse sin camiseta. Nix ni siquiera le prestó atención al entrar e ir directo hacia un tocador que había. Key se sintió una tonta al fijarse en la venda atada en su cabeza. Se relajó, regresando a lo suyo. Él tanteó el tocador y luego rebuscó en los distintos cajones hasta dar con un espejo. Ella pretendió no prestarle atención, tampoco al modo en que necesitaba palmar todo, ni preguntarle si necesitaba ayuda.

—La próxima vez, al menos llama a la puerta primero —dijo Key.

—La próxima vez, no creas que puedes enfrentar a una jauría de sabuesos por tu cuenta —respondió Nix.

—Es mi deber, y mi decisión —ella limpió la sangre de su cuello, y siseó de dolor al rozar el comienzo del profundo rasguño en su espalda.

—Tu único deber es regresar viva a donde perteneces —dijo él.

—¿Y dónde es eso? —preguntó Key.

Nix no respondió, y ella estuvo segura que se contuvo. Ya no había un lugar al que perteneciera, al menos no en ese mundo, y si lo hubiera en otro, entonces estaba segura que no podría regresar luego de todos los horrores cometidos en Ashdown para sobrevivir. Era una cuestión de honor, algo que había perdido hacía mucho.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora