Capítulo 10

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Feliz sábado, zorritos!

Espero estén bien y hayan podido descansar estos días como yo. Tal vez así pueda enfrentar del mejor modo este 2021, aunque necesitaré bastante suerte estas próximas semanas así que cualquier buen deseo es muy bien recibido. Espero traerles muchas sorpresas y novedades pronto! Temo que este será un año muy ambicioso de mi parte en todo sentido.

No se olviden de seguirme en todas mis redes para estar al tanto de las novedades antes que nadie, y créanme que se acercan grandes cosas. Los users están en el banner al final del cap.

Como siempre, no se olviden de votar y/o comentar el cap al final si les gusto! Y recomendarme junto a mis historias!

Xoxo,

Sofi

***

La oscuridad se sentía demasiado profunda allí. Las sombras deseaban alcanzarla. Incluso con su cuchillo de madera en mano, Pip sentía que no era suficiente para defenderse. Nix había tenido razón. Ella lo había atado a su cabello, y entonces el cuchillo también la había seguido. Tan solo desearía que hubiera servido de algo. Las sombras no retrocedían. Llamó a Key, segura que ella debía estar por allí en algún lado. Nadie respondió.

Continuó avanzando, pateando y empujando con sus codos en un intento porque las sombras no se colgaran de ella. Key tenía que estar allí en alguna parte. Siguió buscando, porque aquello era lo que se suponía que hiciera. Llamando su nombre esperando que la oyera. Donde fuera que estuviera, quizás si Pip gritaba lo suficientemente fuerte, la escucharía y respondería. Tal vez, si Key sentía que la estaban buscando, regresaría.

Oyó el silbido del filo antes de ver el destello.

Pip se detuvo y retrocedió enseguida, distinguiendo al espadachín mientras se abría camino entre las sombras hacia ella. Yōkai. Takeo le había dicho de evitarle. Pip solo podía pensar en que su espada era mucho más grande que su cuchillo. Guardó silencio y retrocedió con cuidado, procurando que no la descubriera. ¿Por qué había vuelto a aparecer?

Alguien chistó, y Pip vio a la niña de la otra vez recostada contra el suelo, oculta entre sombras. Le hizo señas para que se acercara. Pip dudó un instante antes de arriesgarse y confiar. Corrió hasta estar a su lado y se echó también. El yōkai seguía avanzando, mirando a su alrededor y acabando con cualquier cosa al alcance de su arma.

—Tienes que dejar de llamarle —susurró la niña.

—Yo no lo hago —protestó Pip—. ¿Qué está haciendo?

—Papá dice que está perdido, que no debería estar aquí.

—¿Qué hacemos aquí?

—No deberías estar en este lugar —la niña la miró con acusación, Pip solo pudo fijarse en el corte en su garganta—. Tienes que irte.

—Tengo que estar. Sino, no estaría.

—Vete.

—Vete tú.

Ambas callaron al ver que el yōkai se había acercado. Tenía que salir de allí. No podría encontrar a Key si el desconocido la mataba antes. Pip sintió el amargo sabor del miedo en su boca. El yōkai estaba murmurando algo, arrastrando sin ganas su espada contra el suelo como garras contra una pizarra. Una y otra vez, repetía la misma palabra sin respiro alguno.

Memusu Memusu Memusu Memusu Memusu Memusu Memusu Memusu...

Nada de aquello tenía sentido. El yōkai continuó acercándose. La otra niña la miró con horror antes de empujarla a un lado y ponerse de pie, dando pequeños saltos y gritando para llamar su atención. Echó a correr.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Where stories live. Discover now