Prólogo

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Feliz Halloween, zorritos!

No creyeron que se quedarían sin algo espeluznante para leer esta noche, o sí? No puedo comenzar a describir cuánto extrañaba compartir con ustedes lo que escribo y leer todos sus comentarios y teorías. En serio extrañaba y necesitaba escribir. La diosa sabe cuánto estos personajes me hacían falta.

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Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final si el cap les gustó. Muero por leerlos!

Xoxo,

Sofi

***

La niña no estaba segura de estar viva. Los médicos la evitaban, y las enfermeras le temían. Podía reconocer el terror en sus rostros cuando se fijaban en ella. Casi nunca lo hacían, preferían evitar mirarla. Tal vez fuera porque lucía como una muñeca de trapo, su cuerpo desgarrado y vuelto a coser. Tal vez en serio hubiera muerto, y todos supieran que solo se trataba de un espíritu en pena que había quedado estancado en ese mundo.

En algún momento, el tiempo había dejado de funcionar. Al igual que su mente. Al igual que su cuerpo. No estaba segura de si habían pasado segundos, o días. Había estado recostada en el medio de la tierra húmeda, y restos de nieve y sangre. Un parpadeo, y un oficial la había encontrado. Otro parpadeo, y la zona había estado llena de vehículos y sirenas. Otro, alguien había puesto una manta sobre sus hombros y preguntado su nombre mientras estaba sentada en la parte trasera de una ambulancia Otro, un médico había roto su pantalón para poder coser su herida y detener la hemorragia. Otro, alguien había vendado su brazo roto.

Parpadeo tras parpadeo, las personas se habían ocupado de reparar su cuerpo. Demasiado pequeño, demasiado maltrecho. Estaba segura que no debería seguir viva, pero de algún modo había resistido. Nadie parecía contento al respecto. Nadie le prestaba atención. Tal vez sí hubiera muerto, y todos en secreto estuvieran esperando que su espíritu desapareciera.

Algo simplemente no estaba bien en su pecho, donde se suponía que el alma estuviera. Sabía que debería estar llorando, pero sus ojos estaban secos. Debería doler, pero su cuerpo entero parecía adormecido. Era capaz de describir todo lo que debería estar sintiendo, todo lo que carecía en ese mismo instante. ¿Entonces cómo podía estar segura de estar viva, cuando el mundo a su alrededor parecía estar en un plano distinto?

Extendió un delgado brazo, casi como si quisiera aferrarse a la realidad frente a ella y tirar su cuerpo de regreso dentro. Su pequeña mano se cerró en el aire. No había nada a lo cual sujetarse allí. Ni frío, ni calor. Ni dolor, ni lágrimas. Solo el inmenso vacío que ahora la rodeaba, y la sangre seca debajo de sus uñas.

Se había partido la uña de su meñique, la sangre cubría todo el dedo como si se hubiera pintado mal con un esmalte. Su madre no estaría nada contenta al verlo. Qué pensamiento curioso. Su madre ya nunca lo vería, así que tampoco la disgustaría. Su padre tampoco estaría allí para exigirle que siguiera trabajando en su técnica, porque siempre habría algo que mejorar según él. Por un instante, solo pudo pensar en que aquello significaba que no tendría que practicar su caligrafía más tarde bajo su estricta mirada. Siempre se equivocaba al escribir.

¿No era ese el sueño de cualquier niño? No más reglas, no más tareas, no más regaños por no comportarse como se esperaba de ella ni comida en su plato que no le gustaba, pero debía aceptar por ser sana.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Where stories live. Discover now