Parte sin título 39

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39 - No te vayas.

Ya ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado, estaba en un estado de aparente calma, pero ni siquiera Enrique se atrevía a hablarle sabiendo bien que el infierno estaba desatándose en la mente del castaño.

Santiago solo observaba en silencio.

Y el momento de la verdad llegó. Un médico se acercó con rostro fatigado y cara de malas noticias.

- ¿Usted es quien acompañaba al muchacho que fue herido por una bala? -preguntó solo por confirmar, pues la había visto cuando le llamaron justamente para atender a Dylan.

-Sí, soy yo. -farfulló Santiago poniéndose de pie.

-Se hizo todo lo posible, extrajimos la bala y paramos la hemorragia que causó un vaso sanguíneo. Pero

-Hable de una jodida vez o lo lleno de plomo en este mismo instante. -advirtió Santiago bruscamente.

-Santiago, mantén la calma. -intervino Enrique y enseguida se dirigió al médico. -Deje los rodeos de lado y diga lo que ocurrió.

-El paciente presentó un traumatismo en la medula espinal por el impacto, la bala causó una laceración torácica. -dijo de inmediato, pues le habían dicho ya quién era aquel tipo que le había amenazado. -Esto es un problema serio; en el peor de los casos, si no sana debidamente, puede quedar sin movilidad en ambas piernas permanentemente.

- ¿Está vivo? -susurró Santiago sin poder creerlo. Entendía lo grave del diagnóstico, pero lo que más importaba en ese momento era que Dylan no había muerto.

-Sí. Y ha reaccionado bien a la transfusión de sangre, pronto ese muchacho se recuperará. El único inconveniente es que nosotros en éste hospital no tenemos lo necesario para tratar el traumatismo de la medula que ha recibido. Tendrá que ser trasladado para un sitio adecuado y

-Yo me encargaré de buscar un hospital adecuado, por ahora, lléveme a donde él se encuentra.

-Señor, el paciente está inconsciente y sedado, apenas lo han asignado a una habitación.

-Me importa una mierda, no soy de repetir advertencia alguna. ¿Entendió?

-Bien, sígame. -dijo el médico comprendiendo que no tenía opción.

Lo guió hasta donde se encontraba el joven.

Enrique se sentó en una banca suspirando de tranquilidad, pero no del todo podía sentirse en paz, pues no dejaba de pensar en aquello que el doctor había mencionado sobre Dylan. De inmediato comenzó a pensar en algún hospital a donde pudiesen trasladarlo cuanto antes. Llamó también a los amigos del muchacho, pues ellos también estaban preocupados.

Santiago entró solo a la habitación, observó aquella camilla donde Dylan descansaba completamente dormido. Su corazón se comprimió al verlo tan débil.

No podía creerlo, Dylan estaba tan pálido, se le marcaban unas ojeras terribles y supo que la pérdida de sangre lo había afectado enormemente. Observó el suero y la transfusión que seguramente era la última que le harían, pues el doctor no mencionó que seguirían con ello.

Se acercó cauteloso hasta estar a su lado y sus manos se atrevieron a tomar ese delicado rostro. Dylan había cambiado ligeramente con el tiempo, maduró un poco, pero seguía teniendo esa expresión tierna que solo en él se vería así.

Odiaba haber acabado con la vida de aquel infeliz sin antes darle su merecido, pero quizá gracias a eso, fue que Dylan no se encontraba ahora en su propio funeral. No había nada más que hacer.

dyonisusWhere stories live. Discover now