Parte sin título 20

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20 - Sorpresita inesperada.

Santiago entró y todo estaba lleno de humo, se agachaba para poder respirar, y recorrió el lugar con cuidado, viendo el fuego saltar de pronto violentamente. Entonces le encontró, una cosa echa ovillo en el piso que lloraba ya muy débilmente.

No dudó en levantarle y salir de inmediato, sabiendo que eso se podría derrumbar. El bebé estaba casi envuelto en una chamarra enorme.

Salió y rodeó rápidamente, no fue nada difícil sacarle de ahí, pero aún era peligroso, el humo y el fuego podrían haber causado estragos. Llegó con Enrique y entraron a la casa de inmediato para ir al patio principal, había paramédicos que el rubio había llamado en cuanto escuchó por primera vez el llanto del niño.

Todo pasó muy rápido. Le quitaron la chamarra al menor que entregó a los paramédicos, era un crío menor de un año. Definitivamente Santiago sabía que no llegó por sí solo al establo.

Le entregaron la chamarra, específicamente una chamarra de mujer.

Durante la revisión, Enrique se marchó para seguir ayudando en el establo.

-Es todo. -dijo un médico bajándose de la ambulancia, le habían dado primeros auxilios, pero ni siquiera tardaron. Santiago le miró curioso.

- ¿está bien? -cuestionó porque era la única persona ahí que pudiese preguntar.

-sí, la nena está perfectamente bien, como nos dijeron que era un menor atrapado en un incendio, pensamos que íbamos a tener que llevarle a urgencias, al parecer la chamarra la cubrió bastante, el humo no alcanzó a llegar a los pulmones y eso es tener mucha suerte.

-entonces es una niña. -murmuró para sí mismo.

-lo mejor es que la lleve al médico los próximos días para que rectifiquen su estado, pero parece muy saludable.

Claro que no iban a hacer más preguntas, eran del mismo hospital al que llevó a Dylan la semana pasada. Nadie iba a cuestionar las razones de como pasaron las cosas, por ello no llegó la policía.

Santiago recibió a la bebé sin muchas ganas, ya había hecho una buena acción y fue demasiado, no quería cargar a esa cosa. Entró a la casa y dejó al bebé en el sillón, la niña tosió un poco y luego se le quedó mirando mientras Santiago se sentaba a un lado para revisar la chamarra.

Y buscando, encontró algo, en una bolsa había una carta. Curioso la tomó.

Para: Santiago Binder. Eso pareció llamar toda su atención. Abrió la carta, estaba escrita a mano. Leyó con atención, de inmediato fijándose en la peculiar confianza que se tomaba la persona.

Hola, mi no apreciado Santiago. Ciertamente no quería llegar a tal extremo. Nosotros ya no tenemos nada que ver, ni siquiera quería verte, por ello no lo haré.

Esta carta la escribo sin siquiera tener intenciones de olvidar lo mucho que te odio, por no ser quien yo quería que fueras. Me obsesioné contigo, lo acepto.

Sé que yo te tenía fastidiado con la idea de tener un hijo. Me dejaste por eso mismo.

Sé que me recuerdas, o al menos recordarás a la golfa que te tirabas hace menos de dos años, y es verdad, soy una golfa, me fijé en ti por tu dinero, como todas las putas con las que te acuestas. Eres guapo, sexy, un dios en la cama, pero eres un cabrón, así que seguramente sabes que nadie se enamoraría de ti.

Seguro no soy la única en pensar que algo así era una buena idea para obtener al menos una pequeña parte de tu fortuna. Tarde me he enterado de lo estúpida que resulta esa idea, no creí que estuvieras tan protegido legalmente, ni siquiera pude notificarte de esta situación.

dyonisusWhere stories live. Discover now