Parte sin título 18

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18 - ¿Algo cambia?

Dylan había pasado solo todo el tiempo en el hospital, pero era mejor así, solo dos veces había ido Santiago a verlo y solo lo molestaba con su frialdad, parecía que toda la culpa era del que se encontraba convaleciente.

Santiago se comportaba con Dylan como si fuese solo una molestia. Y es que comenzaba a sentirse incomodo, pero no quería demostrarlo.

Finalmente cuando llegó el día en que le dieron de alta, el chico ya se había recuperado, los cuidados diarios de los doctores fueron excelentes. Podía caminar por sí mismo, solo quedaba la ligera incomodidad de siempre, eso no había desaparecido aún. Quedó solo esa secuela a la que en algún punto comenzaba a acostumbrarse.

Era sábado por la tarde, había descansado demasiado, aun así sentía intranquilidad sabiendo que Santiago lo llevaría a la hacienda.

Mientras tanto, el viaje en el coche era realmente silencioso. Dylan recordó haber vomitado en el cofre de ese mismo auto y por un momento pensó que la seriedad del mayor se debía a eso.

-Dylan ¿quieres ir al cementerio? -preguntó de pronto Santiago.

El chico brincó al escuchar su nombre y le miró confundido, preguntándose mentalmente si acaso había escuchado mal.

-bien, lo tomaré como un no. -soltó sin dejarlo contestar al ver que ni siquiera lo intentaba.

-si si quería. -murmuró el chico frunciendo el ceño y volteando hacia la ventana. Se sentía tan impotente estando junto a ese hombre, que se desesperaba, ni siquiera era capaz de mostrarse firme, pues realmente le tenía miedo.

Santiago lo observó unos segundos y de nuevo situó su mirada al frente. Suspiró rindiéndose, quería animarlo un poco, pero no iba a admitirlo. Inconscientemente sentía que debía hacer algo por el chiquillo, después de todo, lo había mandado al hospital y apenas fue a verlo durante esos días.

Esa tarde, Dylan volvió a ver la tumba de su hermana, al llegar, se acercó lentamente con la mirada baja, se sentía avergonzado, comenzaba a dolerle el alma de solo darse cuenta de su realidad, aunque ya llevaba demasiado tiempo así. Comenzaba a pensar que Santiago tenía razón, era su puta y no podía negarlo aunque quisiera.

Odiaba demasiado que le hablara de esa manera, lo ofendía y denigraba tanto, que le dolía. No sabía comparar entre los golpes y las palabras de ese hombre, ambas cosas lo lastimaban, pero de distinta manera.

El mayor lo dejó solo un rato, más tarde volvió por él y esta vez el muchacho solo se encontraba sentado sobre la tumba, no hacía nada más, solo miraba la lápida fijamente. Al percatarse de la presencia del hombre, Dylan solo se tensó.

-vámonos.

Dylan no contestó, pero se puso de pie suavemente sin dejar de mirar el nombre de su hermana tallado delicadamente. Una pequeña lágrima se escapó de sus ojos azules, se limpió de inmediato y se encogió suspirando.

-Kath, te extraño demasiado. -susurró el menor bajando la mirada por completo, para después hacer una mueca y dar la vuelta dispuesto a irse como se lo había ordenado el hombre.

Santiago no estaba muy lejos, a pesar de darle la espalda, escuchó aquello. Intentó no inmutarse, siguió caminando después de apresurar al chico que casi de inmediato obedeció.

Mientras volvían al auto, el mayor notó que Dylan se veía demasiado tranquilo, aun así no dijo nada al respecto.

Esa semana, Santiago había estado solo en la hacienda, Enrique se marchó el martes, pidiéndole previamente que no matara al chiquillo, pues sería una lástima perder algo tan bello. Además de eso, el rubio le sugirió ganarse la confianza de Dylan, y Santiago no entendía de qué le serviría eso.

dyonisusWhere stories live. Discover now