El cazador

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Ella se estaba poniendo los zapatos cuando su padre la abrazó fuertemente por detras y la levantó en el aire.

-papa...me ahogo...

-oh, perdona cariño. Es solo que estoy tan ilusionado, accediste a mudarte conmigo a pesar de lo repentino que fue y de que dejaras a todos tus amigos atras....

-No pasa nada papa- le dijo colocándose bien la ropa, ya que había quedado toda revuelta por el abrazo- lo que te agradezco es que no te mudaras a mitad del curso, tampoco está tan lejos de nuestra antigua casa y además no serías capaz ni de atarte los zapatos si no estoy contigo.

-tienes razón cariño- Su padré se puso la chaqueta y abrió la puerta.-Te recuerdo que hoy llegaré tarde, no me esperes para cenar- Salió por la puerta, pero antes de cerrar volvió a mirar a su hija a los ojos- Y por favor, ten cuidado, recuerda que las otras personas no son como tú. Controla tu genio.

-Lo...intentaré-Él sabía que era más de lo que le podía pedir así que se conformó con aquella respuesta y se dirigió a su trabajo.

La chica se abrazó las rodillas, ella intentaba controlar su genio, pero era realmente difícil. Su gato empezó a rozarse contra sus piernas, ella le acarició y salío hacia su primer día de instituto. Cogío su coche y se dirigió hacia su destino.

Tardo unos 20 minutos en llegar, no estaba acostumbrada, ella venía de un pueblo donde todo quedaba a mano y todas las familias se conocían porque habían crecido juntos e ido a la misma clase durante años; Pero derrepente se encontraba perdida en un sitio que no conocía, lleno de coches, ruido y gente con prisa. Cuando llegó fue directa a la que sería su clase, por suerte para ella, su padre le había conseguido el horario y todo lo necesario. Mientras caminaba podía ver a los típicos "cachas" quitándole el dinero del bocadillo a otro y a chicas hipermaquilladas metiéndose con otras más gorditas. Ella se rió en sus adentros "pensaba que esto solo salía en las películas, que ridículo" Veía como la gente pasaba de largo, inmersos en sus propias vidas y agradeciendo en sus interiores no ser aquellos a los que maltrataban "patético". Aquellas escenas solo le probocaban asco y repulsión.

Antes de poder girar el pomo de su aula, notó una mano que se acercaba a ella. Se volvío rapidamente y agarró aquella mano por la muñeca. Era una mujer de unos cuarenta y pocos años, "genial, casi agredo a mi profesora".

-Lo siento, me asustó- se disculpó ella.

-Tú eres la nueva ¿no?- le dijo mirándola de arriba a abajo.

-Sí

-Genial, acompañame que vas a hacer tu presentación a la clase- Ella sabía perfectamente que lo hacía por venganza, después de todo solo era el primer día de clases.

-Esta bien-Entraron a la clase una detrás de la otra

-¡Atención!- Grito a la clase, la cual que hasta ese momento había estado haciendo un gran ruido.-Esta es una alumna nueva, que ahora se va a presentar- Y la profesora le sonrió de manera irónica. "mi primer día y ya había conseguido caerle mal a la profesora".

Suspiró antes de ponerse a hablar delante de aquella clase que la miraba como carne nueva a la que podrían descuartizar.

-Me llamo Sam, Sam Black- ya era capaz de escuchar las risas de la gente diciendo que tenía nombre de chico.-Me mude aquí hace apenas una semana, mi padre ha abierto un gimnasio y eso es todo.- miró a la profesora con la esperanza de que está le digera donde debía sentarse, cosa que para alivio de Sam esta hizo. Se dirigí a su haciento que estaba pegado a la pared a mitad de la clase cuando escucho:

-eh nueva-escuché unas risas desde el fondo de la clase, aquella voz venía del tipo chica creido y cachas-¿y tu madre no hace nada?- estallaron más risas por esa parte del fondo. Sam agarró su silla y mientras la arrastraba para sentarse le contesto.

El cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora